Madre

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Su respiración se había normalizado, podía sentirla en mi cuello. Seguíamos aferrados el uno al otro frente a ese enorme roble, en un lugar público donde perfectamente podíamos ser vistos, pero por alguna razón eso ya no importaba. Quería seguir así, en sus brazos, siendo su único consuelo.

― Sé que debo soltarte, ― comenzó a decir después de un tiempo. ― pero si lo hago siento que van a alejarte.

― No hay nadie aquí. Puedes estar tranquilo.

Después de eso me liberó de su fuerte abrazo para sostener mi rostro y levantarlo. Parecía más tranquilo que hacía unos pocos minutos, aunque no sonreía.

― Te has sonrojado. ― me dijo en voz suave y acariciando mi mejilla.

― No sería humana si no estuviera así.

― Vamos, ― me tomó de la mano. ― te buscaré una banca donde puedas sentarte.

― Pero... me gusta aquí y a ti también. Quedémonos aquí un rato más.

Jumin accedió.

Nos sentamos en el pasto, resguardándonos del sol gracias a la sombra que el roble nos ofrecía.

― A Elizabeth III le agrada mucho venir aquí. ―me dijo.

― Entiendo por qué. Estamos en el centro de Seúl, pero aquí se está muy tranquilo.

Nos quedamos en silencio por un momento.

― ¿Podrás perdonarme por mi madre?

― No tengo nada que perdonarte.

― El beso. ― susurró.

Yo tragué saliva.

― ¿Qué... qué te hizo llegar a eso?

― Mi madre vino a presentarme a mi prometida. ― dijo mirando al pasto. ― Una extraña para mí. Hoy fue la primera vez que nos vimos desde que mi madre me prometió a ella cuando era un niño.

― Creía que tu padre estaba interesado en mí como tu prometida.

― Los planes de mis padres no coinciden porque tienen años sin cruzar palabra. ― hizo una mueca. ― Es tan frustrante que quieran controlarme incluso en esto. Pero, cuando se trata de mi madre... Ella tiene un efecto en mí... Me hace sentir que no soy una persona. Que soy una máquina, su creación perfecta para satisfacer sus ambiciones.

Una punzada en mi vientre me recordó que antes yo misma hacía comparaciones entre Jumin y una máquina. Claro, en ese entonces no mostraba emociones, pero... Se le veía afectado justo ahora. Me arrepentí de inmediato.

― Eres una persona, Jumin.

― Que amable eres. ― sonrió sin ganas. ― Soy como soy gracias a ella, alguien frío, alguien que no sabe cómo abrirse con el resto.

― Yo veo de manera clara como puedes hablar sinceramente conmigo.

― Es porque eres tú. Te lo dije, eres la única que puede entenderme. La única que no cree que soy una máquina.

― Ahora mismo eres solo tú quien tiene esa idea de ti.

― El resultado de ser criado por una madre que solo ve en ti el medio para cumplir sus objetivos. En verdad, he pensado que quizá haberme criado en una familia como la tuya, con una madre normal como la tuya, hubiera impactado de forma diferente mi manera de ser.

¿Eso es lo que pensaba de mi familia? Vaya que sabíamos cómo llevar las apariencias.

― Voy a contarte una historia, Jumin. ― quise corresponder a su sinceridad. ― Y después de esto, vas a decirme si en verdad te hubiera gustado criarte con una madre como la que yo tuve.

***

El Sr. y la Sra. Kim eran un matrimonio sólido joven. Pero no tenían hijos aún. ¿Te estarás preguntando por qué? Pues entre ellos no había atracción alguna. Se habían casado por decisión de sus padres, no por amor. Ambos eran infieles a su matrimonio, y aunque los dos eran conscientes, parecía no importarles. Mientras sus intereses económicos y sociales se mantuvieran estables, no había ningún problema.

Siendo una pareja, en sus veinte y muchos años cada uno, las personas comenzaron a hablar. El futuro de Global K era incierto, pues no había un heredero. Ambos sabían que lo que la sociedad les pedía era un hijo. Entonces nació Taeyang en un hogar sin una familia amorosa, pero una familia que esperaba mucho de él.

En ese sentido él y tú eran parecidos. No conozco las circunstancias en las que fuiste concebido, si entre tus padres hubo deseo y amor en algún momento, pero en el caso de Taeyang no fue así.

En cuanto a mí, las cosas fueron diferentes.

Tres años después, en Global K llegó una interna desde el extranjero, más exactos desde reino unido. Aunque su padre era coreano, su madre era inglesa. Y esa joven que llegó a las oficinas de mi padre era hermosa; cabello cobrizo y enormes ojos azules. Y esa belleza exótica fue lo que atrajo a mi padre.

A los meses fue que mi padre se enteró que la nueva interna estaba esperando un hijo suyo.

Para la Sra. Kim eso no era algo que le impactara emocionalmente, pero públicamente era otra cosa. Siendo la más meticulosa de la relación, ella decidió tomar acción sin tomar en cuenta lo que el Sr. Kim quería.

Ella se fue de viaje, y se llevó a la joven practicante con ella.

Cuando la Sra. Kim volvió a Seúl lo hizo en compañía de una bebé recién nacida. Lo que se les dijo a los medios fue que el embarazo de su segundo bebé era de alto riesgo, por lo que decidió dar a luz en el extranjero.

Pasé mis primeros ocho años en la mansión, pero mis padres decidieron mandarme a estudiar al extranjero para que pararan las habladurías con respecto a mis ojos extrañamente azules, mi cabello casi rojizo y las extrañas circunstancias de mi nacimiento.

Pasaron diez años para que yo volviera a Seúl, pero no volvería a vivir a la mansión de mis padres.

Madre dijo que debía permanecer con un perfil bajo, por lo que se me ofreció un apartamento acompañado de una mensualidad. Los rechacé sin pensarlo. Había vivido a costa de mis padres, pero sin ellos al mismo tiempo. Me hice valer por mis propios medios, conseguí entrar a una de las mejores universidades y también un trabajo de medio tiempo. Conocía mis dos mejores amigas y entre las tres rentamos un cómodo apartamento.

Es extraño. Tengo familia, pero es como no tenerla. 

En los brazos de Jumin HanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora