Capítulo Treinta y dos: Caos en las Grandes Sectas IV

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Capítulo Treinta y dos: Caos en las Grandes Sectas IV

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Capítulo Treinta y dos: Caos en las Grandes Sectas IV

Nie HuaiSang observaba en silencio a un inconsciente Jiang Cheng, desde la caída de El Embarcadero de Loto pasaron dos semanas, a pesar de la medicina y los cuidados de Wen Qing y todo el grupo de médicos en Qinghe, el Alpha no parecía querer despertar. Las cosas no estaban bien en el Mundo del Cultivo, las tropas de Wen Chao avanzaban con rapidez barriendo el territorio de Yunmeng Jiang, la brutalidad de su actuar comenzaba a ganarle un nombre y él disfrutaba de la atención que recibía gracias a ello.

El joven Nie suspiró preocupado por el estado de Jiang Cheng —ChengCheng, levántate— suplicó —Tu hermana te necesita, ella sigue aquí, por favor, abre los ojos.

Una vez más no obtuvo respuesta.

Wen Qing apareció con sus agujas para tratar las heridas del joven Alpha, tan solo unos momentos atrás le prometió a YanLi que haría todo lo que esté en sus manos para que su hermano se recupere y, ella jamás rompe sus promesas.

—Te dejaré con él— HuaiSang se limpió las lágrimas que asomaron por sus ojos, le daría privacidad a la doctora.

—No, quédate, necesito que me ayudes.

—¿Cómo puedo ser útil? Tú sabes que mis conocimientos de medicina se limitan a lo que me enseñaste para tratar a mi Da-ge.

—Quizás no sepas mucho de medicina, pero, sé que puedes ayudarme— dijo ella con certeza antes de enterrar una aguja en uno de los puntos de la espalda de HuaiSang, el joven gimió soportando el dolor. El abanico en su cintura vibró con intensidad, el Omega tomó la mano de Jiang Cheng y el flujo de poder espiritual se transfirió al Joven Jiang, después de unos minutos, Wen Qing retiró la aguja y HuaiSang cayó de rodillas totalmente agotado.

—No te preocupes, vas a recuperarte— ella ofreció su mano para ayudarlo a ponerse de pie, sin embargo, HuaiSang la rechazó.

La puerta se abrió de golpe, era Nie MingJue. Tan pronto como vio a su hermano de rodillas y con el rostro tan pálido como si le hubiesen drenado toda la sangre del cuerpo envió a Baxia directo al cuello de Wen Qing.

—Da-ge, espera— pidió HuaiSang —Estoy bien, ella no hizo nada malo.

Jiang Cheng abrió los ojos, con una calma extraña observó el sitio en que se encontraba, a su lado encontró a Wen Qing vigilando su sueño, ella sostenía una caja con agujas y una varilla de incienso.

—Ge...— en un sollozo llamó a su hermano.

Wen Qing se limitó a darle espacio, no dijo nada y esperó a que Jiang Cheng desahogue su dolor, quizás Wei WuXian no compartía la sangre de los Jiang, pero, en su corazón, él siempre fue un hijo para Jiang FengMian y un hermano para YanLi y Jiang Cheng.

—Ge... tengo miedo... Ge, te necesito— decía entre lágrimas el Joven Amo de Yunmeng —Regresa.

Jiang Cheng jamás olvidaría el sonido del núcleo de su hermano mayor destruyéndose y la mirada agónica que acompañó el momento de su muerte.

Echoes | WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora