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Hope.

Me senté en uno de los escalones de la salida de la universidad, había pasado más de media hora terminada las clases por la mañana y Roberto no se había decidido a venir por mí a horario.

Quería decir que me encontraba furiosa por esto, pero no podía decirle nada a aquel hombre que siempre estuvo conmigo y me cubrió hasta de la más cruel travesura que había hecho.

Suspire con mis manos en mis rodillas, esperar nunca fue lo mío.

- ¿A quién esperas?

Voltee mi vista hacia arriba, Villa me observaba intrigado. El sol daba justo en su rostro y no se podía ver más claros sus ojos verdes.

- A Roberto. – susurre.

- ¿Quién es Roberto? – se sentó a mi lado con gran confusión.

- Es el chofer. – comente sin más observando al frente.

- Oh, eres una niña de papi. – comento riéndose – Lo sospechaba.

- Y tu un buen imbécil. – fruncí el ceño molesta.

- Oye, tranquila. – levanto sus manos en defensa, pude ver que llevaba consigo un casco de motocicleta - ¿Quieres que te lleve?

- ¿Qué? ¿tu? – abrí mis ojos sorprendida y lancé una risa - ¿Y en donde se supone que me llevaras? ¿en tu moto?

- No seas miedosa, Esperanza. – se burló.

- ¡No soy miedosa! – me defendí.

- Si, si lo eres. – su sonrisa pícara hizo que terminara riendo. Era un maldito sexy ser humano.

- No lo soy, maldito imbécil.

- Entonces ¿Qué dices? – se hinco rápidamente.

Tenía que admitir que nunca me había subido a una de esas, les tenía miedo. Pero no quería seguir esperando.

- Está bien, tu ganas. – susurre.

Presentía que me arrepentiría luego.

Ambos caminamos en silencio hacia aquella moto gigante, era tres veces el tamaño de él. El abrió el asiento hacia arriba y de ahí saco un pequeño casco.

- Póntelo. – me obligo-

- ¡Estas demente si piensas que me pondré eso en la cabeza! – comente negando – tengo hermoso el cabello como para arruinarlo con eso.

- Esperanza solo hazlo. – frunció el ceño.

Con un berrinche de por medio tome aquel casco enorme y me lo coloque ajustándolo a mi pequeña cabeza. Preocupada luego lo observe cuando él se sentó sobre aquella bestia y me observo de reojo ¿Y ahora qué?

- ¿Piensas subirte o qué?

Nerviosa me senté detrás de él. Sentí sus manos tomar las mías y ponerlas en su abdomen.

- Oye ¿Qué haces? – quite mis manos de él, de forma molesta

- ¿quieres irte de cabeza ni bien arranque? Si es así, solo pídemelo y dejo de preocuparme por tu seguridad. – comento.

Tragué saliva y nerviosa puse mis manos en su cintura. Detrás de la delgada tela de su remera azul oscura sentí sus abdominales marcarse. ¿Este chico entrenaba de verdad?

La moto arranco y del miedo termine por tomarlo más con fuerza, aferrándome a él como una garrapata a un perro. Esa cosa que tenía era un peligro y el al volante aún más, su velocidad aumentaba en las calles más transitadas de la ciudad.

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora