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Juan Pablo

El policía cerro la reja dejándome en aquella habitación fría y desolada. Superé rendido y me senté tomando mi cabeza con las manos. Maldito Mendes, mentiroso y estúpido. Él era un maldito problema en nuestra vida y maldecía el momento en el que Hope se enredó con él.

No la culpaba, pero aun así conocía a fondo su obsesión con ella. Tenía miedo que estando acá adentro, quien sabe por cuánto tiempo, el accione contra ella y yo sin poder hacer mucho.

- ¡Villamil!

Eleve mi mirada y ahí se encontraba el policía que anteriormente me había encerrado. A su lado un señor de buen porte, canoso y con mirada seria que me había logrado estremecer se acercaba un poco más a la luz de aquella celda.

- Tienes visitas. – comento y luego le hablo a aquel señor – Tiene quince minutos.

Este solo asintió y se quedó en silencio hasta que el mismo uniformado desapareció.

- ¿Quién es usted? – pregunte curioso.

- Soy su abogado. – comento sin más y luego dejo su maletín en el suelo.

- ¿Abogado? – fruncí el ceño confundido - ¿Manuel lo mando? – Hope era rápida y sabía que no me dejaría aquí.

- No. – negó rotundamente.

- ¿Entonces?

- Su padre me mando a sacarlo de aquí.

Abrí mis ojos sorprendido y me hinqué con furia acercándome a la reja y tomando de aquellas barandas que nos separaban, gruñí.

- Puede irse por donde vino porque de el no quiero nada.

- Joven, no sea estúpido. – hablo con seriedad.

- ¿Disculpé? – reí confundido - ¿Acaso esa es la manera de tratar a su cliente?

- ¿Acaso ahora quiere que lo ayude? – sonrió victorioso.

- No dije eso.

- Acaba de decir que es mi cliente. – sonrió aún más.

Rodé los ojos y volteé para sentarme en el mismo lugar.

- No sea estúpido y acepte mi ayuda, que lo hago porque quiero mucho a su padre.

- Me alegra que lo haga, porque yo lo odio. - apreté mis labios luego de aquello

Me ardía todo el cuerpo y la memoria cuando tenía que recordarlo o simplemente hablar de él.

- No sea rencoroso... – se cruzó de brazos – es muy joven para odiar y es adulto para comprender y sobretodo perdonar.

- ¿Perdonar? – reí de forma sarcástica – si lo hago no voy a olvidar.

- Pues no lo haga y utilice aquello para no hacer lo mismo con sus hijos, entonces. – movió sus hombros.

- ¿Esto es parte de todo su trabajo para sacarme de aquí? Porque veo que solo le preocupa que perdone a ese desgraciado. – apreté mis labios con fuerza.

- En realidad, es la única forma de que usted acepte mi ayuda.

- Pues ya lo hice. – murmuré.

Volvió a sonreír con victoria y eso daba miedo.

- Bien, entonces déjeme decirle Joven que usted está en un gran problema. – aseguro.

Suspire pesadamente, ¿Algo que no supiera?

- Pero intentare hacer todo lo posible por llegar a un acuerdo.

- ¿Sera rápido? – pregunte algo esperanzado.

Me observo en silencio unos minutos y luego negó lentamente.

- El muchacho que golpeo es hijo de un hombre muy importante.

- Lo golpee porque se metió con uno de mis mejores amigos y además porque él empezó... el golpeo primero. – comente sin más.

- Interesante información... – asintió pensando – quizás con eso también pueda hacer algo.

- El golpeo a mi amigo por su sexualidad. – agregue.

- Se lo puede denunciar por homofobia. – afirmo.

- Me encantaría que tuviera una denuncia sobre eso. – comente interesado en su propuesta, Mendes debía pagar una por una.

- Veré que se puede hacer.

(...)

- ¡Villamil!

Abrí mis ojos asustado. Voltee mi mirada hacia la reja, el mismo policía que me había encerrado aquí abría la reja y me hacía señas para que saliera.

Fruncí el ceño y me incorporé en aquella banca donde me había dormido intentando calmar todos mis miedos y enojo pensando en que cuando saliera de aquí iba a besar tanto a Hope que no le iba a quedar de otra que volverme a encerrar aquí por obsesivo enamorado.

Hacia un día que no sabía nada de ella y la extrañaba.

- ¿No pensaras salir?

- ¿Qué? – murmure confundido.

- Que eres libre. – comento irritado.

- ¿Libre? ¿Pero qué carajos? – volví a preguntar y me hinqué aturdido - ¿esto no es una broma verdad? – me detuve antes de salir de la celda.

- Si quieres quedarte otro día más... – movió sus hombros como si nada – no hay problema.

Abrí mis ojos asustado y apresuré mis pasos fuera de aquella celda. El policía me guio fuera de aquel lugar, a lo lejos pude ver al abogado que se había encargado de mi causa y a Manuel. Suspire, eso significa que Hope estaba aquí.

- ¡Juan Pablo! – sonrió con tranquilidad cuando me acerque a ellos

Manuel me brindo un abrazo, era un padre para mí.

- Qué bueno que estés fuera. – murmuro con felicidad.

- Si. – asentí luego de separarme, viré mis ojos al abogado y extendí mi mano en forma de agradecimiento a lo que gustoso acepto – Muchas gracias.

- No me agradezca por hacer mi trabajo, además de que el joven Mendes retiro la denuncia en su contra. – comento algo sorprendido - Supongo que se arrepintió o considero que no era para tanto.

Fruncí el ceño confundido, Fernando jamás se hubiese apiadado de mí y menos luego de todo lo sucedido con Hope. El me odiaba demasiado como para ser buena persona. Esto me produjo cierto malestar.

El abogado se retiró del lugar y yo solo camine a la par de Manuel, seguía con aquella sensación horrible dentro de mí. ¿Por qué presentía que Hope tuvo algo que ver en esto? Ansiaba porque aquella hermosa niña estúpida no se haya topado con aquel maldito desgraciado porque podía llegar a enloquecer.

- ¿Hope? – confundido observe a Manuel antes de que subiera al auto.

El solo se quedó en silencio unos minutos, como si pensara que contestarme y solo eso hizo que mi corazón palpitara tan fuerte que sentía que podía llegar a salir de mi en cualquier momento.

- Esta muy triste por ti. – comento.

Exhale con tranquilidad.

- Te estuvo extrañando mucho que no ha parado de llorar.

Y mi corazón simplemente sintió algo de tristeza y ganas de abrazarla fuerte para jamás dejarla ir.

- Pero le hará bien verte. – sonrió.

- Pues no hagamos esperar a la alegría. – moví mis hombros divertido. 

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora