KARMA - Juan Pablo Villamil

.25.

- ¡Adiós Jenni, nos vemos mañana!

- ¡Nos vemos Hope! – grito mientras caminaba hacia la puerta de su casa – Que descanses y sueñes con...

- ¡Cierra la maldita boca, estúpida! – grite riendo.

- Te quiero. – Lanzo un beso al aire.

- ¡Y yo a ti!

Salude con la mano antes de que desapareciera. Suspire con una sonrisa, salir con Jenni me había hecho tan bien, aunque aún no dejaba de rondarme aquellas palabras crueles salidas de la boca de Juan Pablo.

- Roberto. – llame su atención antes de que pusiera en marcha el auto - Mis padres aún no han regresado, ¿verdad?

- No. – negó y volteo a verme – ¿Qué es lo que quieres hacer?

- Necesito que lleves a un lugar.

- Niña ¿A esta hora? – pregunto curioso.

- Nunca es tarde para darle una lección a alguien que te lastimo ¿no crees? – sonreí, aunque no estaba muy convencida.

- Tienes razón... – sonrió y prendió la radio – Pues vamos a la marcha.

Roberto manejo por las calles de Bogotá, que durante la noche se veían cada vez más iluminadas y hermosas. Estaba segura de que estaba furiosa, que debía ponerle un pare a su agresividad conmigo.

Unos minutos más tarde para luego ver la puerta de la casa de la familia Villamil, trague saliva. Ahora me ponía nerviosa luego de haberme hecho la total superada en sus palabras. Roberto volteo a verme y me guiño el ojo.

- ¡Ándale, Hope! – sonrió – ¡tú puedes!

- Solo espero no tirarlo por la ventana. – murmure.

- Tu solo ve y demuéstrale lo equivocado que está contigo.

Inhale y exhale antes de bajar, estaba con algo extraño dentro de mí. Como si supiera que pasaría algo, pero aun así no hice caso a eso porque la furia me podía más.

- Deséame suerte. – murmure observándolo con miedo.

- Tu puedes. – susurro mostrándome sus puños de aguante.

Sonreí y bajé rápidamente. Apresure mi paso hasta la puerta de aquella casa tan linda. Toque el timbre y nerviosa, con ansiedad también, espere que me atendieran. La puerta se abrió dejándome ver a una mujer de mediana edad, ella me sonrió amablemente y supuse que ese ser tan adorable no podía ser la madre de ese engendro que me gustaba, pero me equivoqué.

- Hola señora Villamil, soy Hope Lee. – me presente nerviosa.

- ¡Hope! – ella sonrió efusivamente – ¡al fin tengo el honor de conocerte!

Abrí mis ojos sorprendida, ese tipo le había hablado a su madre de mí.

- No creas que no sé quién eres... – rio levemente – pero ven pasa, por favor. – se hizo a un lado.

Ingresé nuevamente algo temerosa, por segunda vez me sentía así, aunque por dentro todo esto era tan lindo porque había una calidez y una energía hermosa.

- ¡Hope!

Federico se levantó del sillón para acercarse a mí para saludarme con un beso en la mejilla.

- ¿Cómo te encuentras? – pregunto con curiosidad.

- Muy bien, gracias. – sonreí - disculpen por aparecer así, sin avisar. – sentí pena por esto.