.56. Final

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Los muchachos me ayudaron a bajar del auto. Habían dicho de ir al parque para despejarnos. Me mantenía en seriedad observando la carpeta rosada que había dejado Hope. Quería llamarla, pero seguramente su número me diría que no me atendería.

¿Qué había sucedido? ¿Qué había hecho? Entendía muchas cosas y a la vez nada. Mi silla se movía y con cada segundo que ingresábamos dentro del parque mi ansiedad aumentaba. Observe uno de los arboles cerca de la zona de donde jugaban los niños. Mi cabeza era un huracán de recuerdos, junto a ella. Su ausencia se sentía invierno, se sentía la soledad.

- Humm ... muchachos. – intente llamar su atención unos minutos – Vuelvo en unos instantes.

- ¿A dónde iras? – pregunto con curiosidad Isaza.

- Quiero estar unos minutos solo. Por favor. – confesé, ellos solo asintieron.

Moví mi silla hacia aquel lugar, quería alejarme para poder leer lo que Hope escribió sobre mí. Quería intentar llamarla, aunque otra vez recibiera el vacío. Al llegar, observe el árbol e intentaba juntar las fuerzas para comenzar a leer.

Saque de esa carpeta, aquel papel con un montón de letras que quizás en la mayoría había odio, pero ansiaba saberlo.



Juan Pablo,

¿Qué podría decir sobre él? Quizás empezar por decir que jamás vi a alguien tan sensible, tan simple como él. Podría describirlo de tantas maneras que el diccionario seria aquel libro inservible que quemaría y lo volvería a hacer para hablar sobre él.

Nuestra relación no empezó con el pie derecho, pero ¿A quién vamos a engañar? Ninguna relación es así. Siempre hay momentos en los que el roce de palabras bruscas o las bromas están a la orden del día y debo admitir que mi hobbie favorito siempre fue usarlo de blanco para probar cuan malvada e inteligente era. Aunque para él, eso nunca fue un gran impedimento para romper mi mural ... un mural tan alto y grande como el de Berlín, que me protegió hasta que el apareció.

Fui moldeada a quien se suponía que debía odiar, fui obligada a reconocer que, bajo aquel teatro de súper hombre, perfecto, arrogante y molesto se escondía el. Se escondía quien simplemente sonreía y me hacía feliz.

Hablo en pasado como si se hubiese muerto, pero no.

Él no se murió, solo se perdió un poquito, pero supongo que con el tiempo va a volver a ser el mismo y seguirá con todos sus deseos sobre dedicarse a sus proyectos sobre sistemas de agua y residuos para la ciudad y esas cosas que una persona como yo, poco y nada entiende.

Va a volver a ser esa persona que por sus amigos pierde hasta su propia libertad, va a volver a reír y a bromear con esa forma tan sarcástica que tiene y quizás, a defender a una mujer a pesar de lo que lo odie de primera.

Porque esas cosas es Juan Pablo. No existen adjetivos calificativos para hablar sobre él porque hay personas que no pueden ser descriptas si no, conocidas por el mundo.

Ojalá llegue a ser todo lo que alguna vez me conto. Que sea feliz sin importar su pasado, que sepa perdonar los daños y que quizás en algún futuro nos volvamos a encontrar.




Relaje mi rostro al leer aquel final. Ese pequeño ensayo sobre mí no hablaba de lo pésima persona que fui, si no, hablaba de quien había sido con ella. Releí una vez más aquello y sin entender nada, abrí la carpeta encontrándome con una pequeña nota con su letra.

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora