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El karma había salido a la luz, luego de haberlo dicho todo comenzó a sentirse mejor.

Observe se reojo nuestras manos entrelazadas, Villa me llevaba a su lado luego de todo aquel drama y se sentía bien. La suavidad de su piel con la mía y aquella necesidad de estar siempre así, se había instalado en mí. ¿Seriamos un para siempre o solo un momento?

- ¿En qué piensas?

Reí nerviosa, no quería que supiera aun que sentía que lo quería para toda la vida.

- En nada, ¿Por qué? – eleve mi vista hacia sus ojos.

- Porque te encuentras callada. – movió sus hombros.

- ¿Quieres que hable? – reí - ¿Qué quieres que te diga?

- Desearía que solo me dijeras una cosa... – Detuvo su paso frente a su gran motocicleta.

Tomo mis manos, este era un momento cliché y eso me emocionaba aún más porque jamás los había tenido.

- ¿Qué cosa?

- Que me quieres.

- Te adoro. – confesé con seguridad mientras sonreía.

Tomé sus mejillas para besar delicadamente sus labios.

- Yo dije que me quieres, no que me adoras. – me corrigió con el ceño fruncido.

- Ya déjate de quejar. – fruncí el ceño, pero termine por reírme y volver a besar sus dulces labios, podría estar así todos los días – Sabes que te quiero.

El solo rio y dejo un pequeño beso sobre mis labios nuevamente. Me paso el casco de acompañante y luego se puso el suyo.

Otra vez me tocaba sentir aquel abdomen marcado bajo la tela de su camisa.

Villa era un adonis, un dios griego en mi mundo carnal y el solo hecho de pensarlo me hacía viajar hacia la luna de donde no quería bajar.

El arranco mientras que me aferraba a él como una garrapata, ahora perdía el miedo aquel monstruo. Perdía el miedo con cada calle que pasaba y comenzaba a amar el viento que golpeaba bruscamente sobre mi rostro. Era mucho mejor que la primera vez.

Una vez que llegamos a la puerta de mi casa, baje y le pase su casco. Sonreí tímidamente, a veces me comportaba como una niña y no sabía que decir. El me hacía sentir demasiadas cosas que no podía expresarlas.

- ¿mama?

Voltee encontrándome con mi padre y con la madre de Villa saliendo de mi casa. Ambos hicieron un vaivén de miradas con sorpresa, esto era sumamente extraño.

- ¡Hijo!

Sonrió Clemencia y se acercó a él con rapidez para besar su mejilla.

- ¡hola Hope! – se acercó a mi también para besar mi coronilla.

- ¿Qué haces aquí? – nervioso pregunto.

- ¡Hola chicos! – mi padre se hacía presente dentro de la charla.

- Nada, solo he venido a hablar con Manuel. – movió sus hombros sin más.

- No entiendo... – susurre confundida - ¿Ustedes se conocen?

- Si, nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. – comento la madre de Villa.

Algo no se veía nada bien, ¿Por qué ahora nos enterábamos de esto? ¿Por qué mi padre nunca lo menciono? Y estaba más que segura que Villa tampoco lo sabía. Algo más había y no estaban dispuestos a decirnos.

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora