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Observaba las calles, en silencio. Comenzaba a hacer frio, la noche había caído sobre nosotros completamente mientras volvíamos de aquel parque.

"ustedes deben de superar un montón de pruebas más para estar juntos hasta la eternidad"

Eso solo rondaba en mi cabeza, una y otra vez.

Suspire, no habíamos dicho ni una palabra luego de que aquella señora se nos interceptara a la salida del lugar. Villa solo tomo mi mano con fuerza y me arrastro hacia el auto. Todo se encontraba raro.

- ¿Qué sucede? – murmuro.

Voltee mi vista hacia el acomodándome bien en aquel asiento.

- Nada. – negué no muy segura.

Note su ceño fruncirse notablemente. Vi que salió de la carretera faltando dos calles para llegar a mi casa. Apago el motor y suspiro bajando la mirada. Esto nos había hecho mal, muy mal.

- Lo que dijo es solo una mentira, solo lo hace para asustarnos y para que paguemos por saber más. – murmuro con seguridad.

- ¿Estás seguro?

- ¿Por qué lo haría si no? – me observo con curiosidad.

- No lo sé... – moví mis hombros aun observándolo nerviosa – Pero tengo una extraña sensación dentro de mí que

Suspiro y negó rápidamente. Paso su brazo por mis hombros acercándome a él. Tenía su rostro cerca de mí, sus ojitos verdes se encontraban oscuros por la escasa luz, pero aun así podía verlos con la profundidad que tenían.

- No sucederá nada. – comento sin más – Nosotros vamos a superar todo juntos.

- ¿Lo prometes? – susurre

Estaba ilusionada. Escucharlo hablar así hacia que todas mis células temblaran y hasta que quisiera perder el control para que el tomara el mando de todo.

- Lo prometo. – sonrió levemente.

Su mano solitaria viajo hacia mi mejilla y la acaricio tiernamente. En un momento a otro termino por acortar la distancia y beso lentamente mis labios.

Capturando de forma agónica mi labio inferior para luego terminar por introducir su lengua en mi cavidad bucal, las mariposas hacían que todo mi cuerpo temblara producto de las descargas eléctricas que proporcionaban desde mi estómago.

Sus manos se aferraron a mis mejillas para evitar que nos separemos. Por inercia y por perder el control de mi cuerpo termine sentándome sobre él. Sus manos acariciaban lentamente mi espalda sobre aquella tela de ceda que había decidido ponerme por la mañana, las mías solo se encargaban de despeinarlo sin piedad.

No sabía qué hacía, pero sentía dentro de mi aquel fuego del que tanto había escuchado hablar, aquella excitación que tenía no la podía parar porque sabía que esto era ilegal: tener sexo en la vía publica era penado y eso aumentaba más mi adrenalina.

Comencé a sentir la suavidad de sus manos sobre mi espalda y había que admitirlo no había mejor sensación que esta porque mis células comenzaban a adorarlo demasiado. Mi remera comenzó a subir por mi espalda y ahí fue cuando agitada me separe.

- Espera... – murmure agitada entre los besos.

Pegue mi frente a la suya sin abrir los ojos, su respiración densa la sentía contra mi rostro. La excitación no bajaba y ansiaba seguir probando más, pero sentía que no estaba lista, aunque lo quisiera tanto como el a mí.

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora