KARMA - Juan Pablo Villamil

.18. segunda temporada

Hope

Observe a Nina, Ciro y Matías caminar juntos hacia el auto de Simón. Irían a un día de camping juntos. Sonreí hacia mi hermana quien se acercó a mí y me abrazo con fuerza. Luego de lo de villa, claro que un poco más y le daba veneno para ratas, pero también pensé que algún día se enteraría y hasta que lo supiera por mi hermana era algo positivo para todo.

- ¿Estarás bien? – susurro en ese abrazo.

Me aleje de ella y tome sus manos. Asentí con lentitud, pero ella no creía absolutamente nada de lo que decía.

- Quiero estar sola para pensar que voy a hacer con mi vida, Nath. – confesé – Quiero tener las palabras justas para decirle a Nina la verdad, hablar con villa, que ahora quiere hacerse cargo también de ella y no lo sé...

Me quede tildada unos minutos. No tenía una visión de la vida perfecta, ni con un marido, ni con nadie, solo veía mi vida junto a mi hija y nadie más.

- Está bien. – susurro – Llámanos si quieres ir, Simón vendrá por ti.

- Gracias – sonreí y me acerqué a besar su mejilla con amor.

- Te quiero.

- Y yo a ti.

Elevé mi mano hacia el auto cuando vi a Nina saludarme emocionada desde ya dentro. Suspire cuando los vi marcharse, me abrace el cuerpo por unos minutos. La soledad ahora se encontraba a mi lado junto con las dudas y el miedo. Ahora no sabía que iba a hacer verdaderamente.

Ingrese a la casa y el silencio se coló en mis huesos, hizo que sintiera un escalofrío por todo el cuerpo. Subí las escaleras con rapidez y una vez en mi cuarto, tomé una de las cajas escondidas.

Al abrirla encontré un montón de recuerdos. De mi papa, de mi mama de cuando era pequeña. Sonreí levemente cuando esos momentos se aparecieron en mi mente. Era feliz y todo se había acabado de repente. Así era la vida, quizás. Pero tenía por seguro que no había pasado la suficiente cantidad de momentos junto a ellos.

Por un momento el corazón se me detuvo, había olvidado que lo había guardado ahí. El cubo mágico se encontraba en esa caja que cuando me fui de aquí, la deje. Tomé aquel bloque multicolor y sentándome en el suelo, lo recordé.

- Ya niña estúpida, déjame ayudarte. – murmuro.

Voltee a verlo con el ceño fruncido.

- Con unos buenos días me bastaba... – comente, pero luego termine por reírme con su hermosa cara de recién levantado – esto es imposible de solucionar.

- Para nadie es imposible. – estiro su brazo para que le entregara aquel cubo – Te enseñare.

Me acomode mejor a su lado, quería ver que tan fácil era solucionarlo. Sonreí cuando me observo de reojo, era tan lindo y más cuando quería enseñarme algo.

- ¡Y listo! – me devolvió el cubo.

- Pero... – comente sin entender como lo había hecho.

- Esto es solo para inteligentes. – bromeo.

- ¿Cómo tú? – enarque una de mis cejas divertida.

- Sabes que sí. – asintió con el sabor de la victoria en los labios.

- Bájate de aquel árbol, imbécil. Esto es solo porque lo has practicado varias veces. – me cruce de brazos observándolo con seriedad.