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Camine fuera de aquella comisaria con mi padre y Villa detrás. No me imaginaba lo horrible que podía verme al despertar, sabía que esto sería utilizado en mi contra cuando mi padre se alejara, en mi cabeza solo rondaba su tono de burla.

Fruncí el ceño cuando me detuve a verlos hablar tan animadamente.

- Bien, ¿podemos irnos de una vez? – interrumpí.

- Sí, claro. – sonrió mi padre – Juan Pablo, ¿quieres que te acerque a tu casa?

- No se preocupe señor Lee, me dijeron que me devolverán la moto así que iré en ella. – movió sus hombros como si nada.

Rodee mis ojos frente a su confesión.

- Solo dime Manuel. – sonrió - Bien, solo cuídate. – golpeo con amor su hombro – ah y, por cierto, cuando quieras puedes ir a cenar a nuestra casa... – sonrió muy tranquilo – estas cordialmente invitado.

- Espera... – abrí mis ojos sorprendida y me apresuré a que siguieran hablando - ¿Qué es lo que acabas de proponerle?

- Pues ¿Por qué no lo puedo invitar a tu amigo a cenar? Juan Pablo... – sonrió volteando a verlo sin darme un segundo más de poder evitar la siguiente tragedia – el viernes ¿deseas ir a cenar con nosotros?

- El viernes es la fiesta de la universidad. – dije sonriendo con victoria, ni Villa, ni yo, podíamos asistir a esa cena planeada.

- Pero podrían ir juntos luego ¿Qué dicen?

Reí de forma sarcástica, lo que salía de la boca de mi padre ¿era real? Quería creer que no, estaba próxima a ir a un loquero con estas ocurrencias.

- Por mí no hay problema. – sonrió victorioso Villamil.

Fruncí el ceño frente a su contestación. Me estaba provocando, lo mataría.

- ¡Bien! – aplaudió emocionado – Entonces el viernes cenaremos todos juntos y por cierto me voy para que se puedan despedir. – volteo hacia mí – Te veo en el auto.

Aun me mantenía con los brazos cruzados, simulando una sonrisa siguiéndolo con la mirada hasta que lejos lo vi. Voltee bruscamente hacia Villa que aún se encontraba con esa sonrisa tan encantadora y victoriosa. Un policía se acercó con su motocicleta, su adorable bestia que nos había metido en problemas para luego irse y dejarnos solos una vez más.

- ¿Qué es lo que pretendes?

- ¿Yo? Nada. – dijo divertido.

- No me provoques, Villamil. – lo amenace.

- ¡Uy qué miedo! – movió sus manos en señal de broma, sobre eso.

- Vete a la mierda.

Camine unos pasos lejos de él. Odiaba cuando se comportaba como el imbécil que era.

- ¡Hope! – grito llamándome la atención, voltee para observarlo seriamente. Se encontraba ya arriba de su súper motocicleta – ¡eres muy hermosa cuando recién te levantas, lastima lo gruñona que eres!

Abrí con sorpresa los ojos y sin contar como se acumuló en mi pequeño cuerpo el odio y las ganas de golpearlo. El solo sonrió y levanto rápidamente su mano en saludo para luego arrancar su moto.

- Juro que me vengare de todo esto Villamil. – susurre mientras lo observaba irse.

Camine directamente hacia el auto de mi padre, ingresando en el con un portazo detrás de mí. Furiosa, eso era lo que estaba. No podía creer que siempre terminaba por escaparse de su castigo con una sonrisa victoriosa. Pero sabía que no lo iba a dejar disfrutar de eso por mucho tiempo.

- ¿estás bien?

Rote mi cabeza hacia dar con mi padre que me observaba con una sonrisa de oreja a oreja

- ¿Cómo pudiste invitar a Villamil a cenar a nuestra casa?

- Disculpa Hope, no me pareció mala idea. – comento sin más prendiendo el motor del auto.

- ¿No te pareció mala idea? – furiosa grite – ¡acabas de invitar a mi propio enemigo a nuestra casa! ¿sabes lo que eso significa?

- No es para tanto Esperanza, además me agrada ese muchacho.

- Ay no... – dije llevando la mano a mi pecho, me iba a dar algo por culpa de su comentario – ¡Siento que me está doliendo el pecho, me estoy quedando sin aire!

La risa de mi padre, solo me enfureció un poco más. No podía tolerar esto, Juan Pablo además de molestarme en la universidad ahora también tendría el privilegio de molestarme en mi propia casa.

- Ustedes se llevarán mejor de lo que piensas ahora Esperanza. – comento sin más.

- Imposible, ¿sabes cuantas veces hablamos bien?

- ¿Cuántas? – volteo serio.

Últimamente hubo varias veces que el momento se prestaba para hablar de nosotros, de nuestra vida. Nunca había sentido tanta libertad en contar mis cosas, aunque me reservaba algunas porque no sabía cuáles eran las verdaderas intenciones de Villamil conmigo.

- Ves... – sonrió de costado volviendo su vista al frente – tranquila Hope, tiempo al tiempo.

- ¿tú qué sabes de todo lo que sucede?

- Veo muchas cosas más de las que tú crees... – movió sus hombros – hay algo en el aire.

- ¿Algo como qué? – fruncí el ceño, me intrigaba saber que era lo que veía.

- No lo sé, pero sé que es algo energético, magnético...

- Eres raro. – reí y observé la ventanilla.

- Lo raro es que ustedes se lleven tan mal solo para ocultar lo que verdaderamente les sucede.

Mi rostro se relajó, pero mi cabeza no. Villamil no era el típico chico que podía atraerme, o quizás solo lo aborrecía y no veía más allá de lo que me podía dar. Pero a quien quería engañar, él no era de esos que le gusta leer Shakespeare y dedicar serenatas de amor. No tenía ese perfil.

- ¿y qué es lo que crees tú que nos pasa? – susurre nerviosa.

- Tu sabes a lo que me refiero Hope. – articulo.

Trague saliva, las calles pasaban y mi mente paso como una película todos los momentos últimos que compartí con él, ¿Villa me importaba? 

KARMA - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora