Conversaciones en mitad de la noche.

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- 7 de Noviembre de 2012 -

Abrí los ojos perezosamente, revolviéndome bajo el revoltijo de mantas que cubrían mi cuerpo. Aún debía de ser de noche, ya que una tenue luz blanquecina bañaba el oscuro interior de la habitación. Había algo diferente en ella, algo extraño. La cama no estaba en el mismo lugar que siempre, faltaban muebles, las cortinas no eran las mismas... Hasta que caí en la cuenta: No era mi habitación. Era la habitación de Zack. Recordaba levemente al muchacho despentándome, ayudándome a levantarme del comodísimo sofá. Había subido a duras penas las escaleras, y me había metido en la cama. 

Miré de un lado para otro hasta encontrar lo que estaba buscando. Agarré mi móvil rápidamente. Eran las seis de la mañana. Tenía varias llamadas perdidas de mi padre y de mi madre, y un par de mensajes.

        " ¿Qué tal está mi chica? Mañana pasaré a recogerte. Buenas noches".

Mikel. Debía escribirle un mensaje para avisarle de que no estaba en casa. Volví a la bandeja de entrada y abrí el otro.

        " ¿Qué ha pasado? Zack me ha dicho que te quedas en su casa. No importa la hora que sea, contéstame".

El último era de Jade. Sentí una punzada de culpavilidad al leerlo. Quizás sí que debí de avisarla, aunque estuviera en una cita. Claro que tampoco entraba en mis planes eso de pasar la noche en casa ajena. 

        " Tuve una pelea con mi padre, mi madre no estaba en casa y ya sabes, quería alejarme de allí un rato. Pero está todo bien, estoy en casa de Zack porque me quedé dormida en el sofá. No te preocupes. Mañana hablamos".

Solté el teléfono a un lado de la cama y me dispuse a bajar de la misma cuando noté que, antes de llegar al suelo, mis pies topaban con algo. Algo que se quejaba. Miré hacia abajo, y me costó distinguir la figura de Zack, tendido en el suelo, en una improvisada cama auxiliar.

        - ¡Perdón! -grité en un susurro, sorprendida - No sabía que estuvieras ahí.

Zack se frotó el abdomen (donde le había pisado) y se medio incorporó, hasta quedar sentado. La luz lunar que entraba por la ventana iluminaba parcialmente su rostro, creándo un hermoso juego de sombras que me hacía (incluso con el sueño que tenía) querer dibujarlo en blanco y negro. 

        - No pasa nada. ¿A dónde ibas?

        - Tenía sed -contesté por inhercia. Aunque, en realidad, no sabía para qué quería levantarme.

Él alargó un brazo y me pasó una botella de agua. Aún estaba fría, así que debía de haberla cogido hacía poco. Tomé un par de sorbos y se la devolví. Entonces se levantó e inclinó ligeramente sobre la cama. Yo me tensé, rezando por que la oscuridad de la habitación fuera suficiente para ocultar mis muy probablemente encendidas mejillas. Tomó las mantas, instandome a tumbarle. Yo lo hice, lentaménte, dejándome arropar. Posó una de sus manos sobre mi cabeza, acariciándome con dulzura. 

        - Vuelve a dormir, ¿vale? -no pude verlo claramente, pero estaba segura de qué clase de sonrisa había dibujada en sus labios en aquel momento.

Yo asentí con la cabeza mientras él volvía a su lugar. Escuché el sonido de las mantas al acomodarse Zack, y acto seguido el silencio. Pero no podía dormir. Tenía los ojos abiertos como platos, clavados en el techo. Escuchaba su respiración, sentía su presencia a pocos centímetros de mí. Incluso podía percibir su olor, impregnado en su cama. Saber que estába en la misma habitación que él, en mitad de la noche, me hacía sentir treméndamente nerviosa. El corazón me palpitaba con tanta fuerza en el pecho que temía que lo pudiera escuchar. 

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora