- 12 de Julio de 2014 -
Tras tres días de trabajo infructuoso, de charlas con borrachos en distintos bares y de llamadas a sucursales bancarias repartidas por todo el país, no habíamos conseguido sacar nada lo sufucientemente contundente como para acusar a Vincent Prescott siquiera de contrabando. Allen parecía no darle demasiada importancia, y ya sabía que un caso como el que estábamos tratando no se solucionaba nunca pronto, pero no podía evitar tener la sensación de que íbamos terriblemente lentos. Muchos bancos se habían negado a colaborar con la policía de otro estado siempre que esta no tuviera un orden judicial previa, así que apenas habíamos podido revisar un puñado de cintas más. En ellas encontramos al mismo hombre que en las del Emerald, pero ninguna era lo suficientemente clara como para reconocer al hombre.
- ¿Quieres un café? -me preguntó Allen, sentado a mi lado.
- Dos -resoplé.
Él se limitó a sonreír antes de desaparecer en la sala de descanso. Tenerle a mi lado me había resultado de gran ayuda para recabar información, y su compañía era cuanto menos reconfortante. Incluso a aquellas horas de la noche, cuando ya no quedaba nadie en la oficina, él se negaba a dejarme trabajar sola. "Me perderé lo más interesante, seguro", decía siempre que yo le insistía. Pese a sus modales y su apariencia, comenzaba a estar plenamente segura de que era un buen chico. En un par de minutos había regresado con los cafés y volvía a ocupar la silla a mi lado.
- ¿Qué estás mirando? -preguntó.
- La partida de nacimiento de Andrea. Estoy segura de que es falsa, pero...
- Pero no puedes demostrarlo.
- Justo. Que fuera falsa implicaría que alguien del hospital y de la policía de registro civil están metidos en el ajo, y de momento no hay pruebas de ello.
Dí un largo trago al café. El que salía de la máquina expendedora era realmente asqueroso, pero te mantenía despierto. Y justo eso era lo que yo necesitaba.
- ¿Has ido a hablar con algún especialista en amnesia? -preguntó Allen de pronto.
- ¿Qué?
- Si tu teoría es correcta y Andrea es en realidad Violetta, o padece el síndrome de estocolmo o tiene amnesia, ¿no?
- Esa es la hipótesis.
- Pues si se tratara de amnesia, debieron de diagnosticársela en algún hospital, ¿no? ¿En qué hospital estuvo ingresada?
- Hospital Saint Mary -respondí de memoria.
Allen dio un largo sorbo a su café para después aplastar el vaso de plástico en su mano. Parecía pensativo, realmente absorto en buscar algo que se nos estuviera escapando. No pude evitar pensar que tenía madera de detective, y preguntarme por qué no habría entrado en la academia.
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El club de los corazones rotos
RomanceVioletta es una chica normal e introvertida cuyo mundo gira al rededor del sus amigos Joe, Jade y el recién llegado Zack. Como todas las chicas a su edad, está coladita por el chico guapo del instituto. Pero entonces, entre todos los problemas que c...