Sueños y realidad.

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 - 28 de Diciembre de 2012 -

Estaba parada frente a Zack. Él me miraba con una tristeza tan profunda que sentí la necesidad de abrazarlo, darle un chocolate caliente y decirle que no pasaba nada. Pero me parecía imposible moverme del sitio, mis piernas no querían hacerme caso. El parque del delfín había enmudecido en nuestra presencia. Ni un niño, ni un perro, ni un solo ruido. Solo nosotros. Entonces fue él quien se acercó a mí. Con ternura, me atrajo hacia sí y me rodeo con sus brazos. Sentí el calor de su cuerpo fundirse con el mío. Y el parque ya no era silencioso, sino que palpitaba al ritmo del corazón de Zack. Era curioso. Había escuchado muchos corazones, pero podría distinguir el de Zack entre un millón. 

        - ¿Qué te ha pasado? -me preguntó.

        - ¿A qué te refieres?

        - Has estado llorando -alzó una mano para pasarla por debajo de mis ojos, como si limpiara una lágrima invisible.

        - No es nada -mentí.

Él me abrazó más fuerte. 

        - A mí puedes contármelo -susurró.

        - Precisamente a ti es a quien menos se lo puedo contar -contesté con amargura.

        - Te lo digo en serio, Violetta. Puedes contármelo -me separó de él lo justo para que pudiera mirarle a los ojos -. Después de todo, solo soy un producto de tu imaginación.

        - ¿Qué? 

        - Estás soñando, Vii. Por eso puedes contarme cualquier cosa.

¿Eso era un sueño? Parecía tan real... O quizás, solo quería que lo fuera. Y entonces recordé por qué había llorado. Aún permanecía en mi pecho esa sensación de que algo se acababa de romper, de que me habían arrebatado algo. Supongo que la expresión "corazón roto" le iba de perlas. 

        - Si estoy soñando, entonces no pasa nada si hago lo que realmente quiero, ¿no?

        - Exacto -asintió con una sonrisa.

        - Y tú no eres el verdadero Zack, ¿no?

        - Algo así -se encogió de hombros. 

Comencé a llorar como una niña pequeña, como si el niño malo de la guardería acabara de romperme mi muñeco favorito. Lloré de esa forma en que se llora cuando pierdes algo que sabes que no podrás recuperar. Y el Zack de mi imaginación me abrazó fuerte y me preguntó por qué lloraba. 

        - Por tí -contesté -. Porque me he dado cuenta de que te quiero. Y porque saber que tú a mí no, duele mucho.

        - ¿Por qué dices que no te quiero? -preguntó él, genuinamente confuso.

        - En la vida real, estás con Diana.

        - No puede ser, no es mi tipo -contestó con tranquilidad.

        - No sabía que tuvieras un tipo.

        - Ay, Violeta... -suspiró - Incluso yo, que no soy del todo real, me doy cuenta de cosas que tú obvias. ¿Cómo puedes ser tan despistada? 

        - ¡Eh! Yo no soy tan despistada, ¿vale?

El Zack imaginario rió ante mi comentario. Ya sabía que era despistada. Eso no era nuevo. Entonces sentí una extraña opresión en el pecho y un punzada de dolor en el costado. Miré a Zack confundida.

        - Ahora mismo, Joe debe estar aplastándote, y seguramente Rubí haya decidido clavarte el pie en las costillas. Ya sabes como son -se encogió de hombros mientras yo lo veía desaparecer.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora