Un verdadero amigo

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Me había planteado no aparecer aquel día por el instituto, pero finalmente la moral y la responsabilidad habían vencido a la cobardía. Así que, decidida a afrontar los problemas de cara, y haciendo de tripas corazón, me cargué la mochila al hombro y crucé el umbral de la puerta. Los escasos quince minutos que me separaban de mi destino infernal se me hicieron más largos y agonizantes debido a la ausencia de Jade, que se había pasado la noche hablando con Joseph y no tenía entonces fuerzas ni para levantarse de la cama. Cada paso que daba estaba más cerca de enfrentarme a un Mikel que me había estado mandando mensajes desde el incidente del parque. 

Al girar la esquina con la pastelería, se podía oír a la muchedumbre de adolescentes que desfilaban y se adentraban a tropel en las entrañas del edificio. Y ahí estaba Joe, cascos puestos y móvil en mano, enfrascado el lo que probablemente sería una conversación con Karl. Al acercarme a él, levantó la cabeza y me saludó. Ambos entramos de mala gana al instituto, suspirando cada uno por nuestras preocupaciones. Aquel día, Zack no fue a clase, ni Jade, ni Mikel.

La clase de dibujo se presentaba verdaderamente aburrida sin la presencia de Joe, el cual había sido llamado al despacho del director por no-se-qué problema con unos chicos de tercer curso. No me había querido contar de qué se trataba, y simplemente se había marchado sin decir una sola palabra más. La puerta del aula se abrió de golpe, dejando entrar al profesor Henderson (el cual me profesaba un profundo e irracional odio desde primero, que se había transformado entonces en admiración, al ser la única que había elegido su clase voluntariamente) y a una chica completamente desconocida. Era lo que mi madre diría "rellenita", aunque su cara era realmente hermosa. 

        - Esta es Orange Bane -dijo el profesor, señalándola sin interés ninguno -. Acaba de ser transferida y estará en nuestra clase,

A continuación, la instó a sentarse en el primer asiento vacío con el que se topara. Y ese asiento resultó ser el mío. Dejó caer su mochila a mi lado y se acomodó en su silla junto a mí. No pude evitar que mis ojos volaran hasta uno de los pins que colgaban del lateral de la mochila, con un dibujo de estilo manga impreso en el mismo. De haber sido menos tímida, me habría decidido a iniciar una conversación sobre qué series había leido y cuál era su favorita. Pero seguía sienddo igual de tímida, así que me limité a hacer lo de siempre: dibujar. 

        - ¡Ala, que bonito! -exclamó a mi lado con una voz entusiasta y risueña - ¿Dibujas manga?

Yo la miré con sorpresa, y asentí moviendo la cabeza. Así fue como Orange y yo nos conocimos. Laconversación que no había sabido iniciar yo, la inició ella. Y cuando sonó el timbre que anunciaba el cambio de clase, yo no quería dejar de hablar con ella. Resultó que coincidimos en algunas clases más, así que continuamos con nuestra animada conversación hasta la hora del recreo. 

Me levanté de mi asiento, y estaba apunto de salir por la puerta cuando noté como algo me agarraba de la muñeca y me impedía avanzar. Me giré, y ahí estaba él. Mikel. 

        - Sal tú, ahora iré yo -le dije a Orange, que me miraba inquisitiva.

Ella asintió y desapareció en apenas unos segundos, dejándonos a Mikel y a mí solos en el aula. Maldije en silencio, apretando los puños. Al no verle durante la primera hora, había asumido que Mikel no iría aquel día. Obviamente, me equivocaba. Pero era mejor así, a fin de cuentas. Podría terminar con aquel asunto más pronto que tarde. Me giré en redondo, mirándole de forma amenazadora.

        - ¿Qué quieres? -escupí.

        - Tenemos que hablar.

        - ¿De qué? -me crucé de brazos.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora