Música, humo y alcohol

1K 62 0
                                    

El olor a alcohol, cigarrillos y Dios sabía qué me golpeó al entrar como si fuera sólido. Una capa de humo flotaba encima de las cabezas de los presentes. La música propia de una discoteca resonaba con tanta fuerza que pensé que me estallarían los tímpanos. Estaba atestado de gente. Demasiada para mi gusto. Joe y Jade, que habían entrado justo antes que Zack y yo, se habían perdido ya entre la multitud. 

        - ¿Dónde demonios se han metido? -gritó Zack en mi oído.

Reprimí la necesidad de apartarme de golpe y me quedé estática en el sitio.

        - Ni idea -le contesté, tratando de alzar la voz por encima del ruido de la sala.

        - Vamos a buscarlos. 

Zack me agarró de la muñeca y tiró de mí. Zigzagueábamos entre el gentío, buscando a nuestros amigos sin demasiado éxito. De pronto, choqué contra alguien. Rápidamente me volví para disculparme, hasta que vi de quien se trataba. Una cara conocida, y no demasiado agradable. Una chica alta, delgada, asquerosamente rubia y de ojos azules. Diana "Barbie Putón" Hepburn. Odiaba a esa zorra. La odiaba. Y era recíproco. Ella me miró por un momento, tratando de reconocerme. Y por la cara de asco que puso al instante, debió reconocerme.

        - ¿Pero qué tenemos aquí? -dijo, lo suficientemente alto para que sus amigas la escucharan - Si ha venido Miss Friki. 

Su coro de amiguitas le rió la gracia. Os juro que la odiaba.

        - Cuánta originalidad -le contesté, aburrida.

Cada vez que nos cruzábamos, era lo mismo. Si tenía la oportunidad de intentar ponerme en ridículo, lo hacía. En primeria, habíamos sido amigas. Hasta que, un día, de buenas a primeras, se convirtió en la reina de las zorras del instituto. 

        - Oh, cuánto lo siento, mi niña -comenzó a decir, haciendo un puchero -. ¿Te he molestado? Quizás así te quede claro de una vez cual es tu sitio.

Normalmente, ponía cara de poker ante sus provocaciones y me iba, dejándola sola con su coro de arpías riéndose a mis espaldas. Pero, como ya os dije, últimamente me costaba mucho controlar mis emociones. Y en aquel mismo momento, lo único que quería era cruzarle esa sobre-maquillada cara suya y plantarla en el sitio. ¿Por qué no hacerlo? Cogí impulso, levanté la mano y... Zack se puso delante mío, interfiriéndo en mi camino. ¿Qué demonios haces, Zack? Para una vez que no quiero quedarme callada...

        - Quizás tú deberías cerrar la boca -le contestó entonces Zack, con una amplia y fría sonrisa en el rostro -. Si esta monada de aquí decidiera plantarte cara, no durarías ni un asalto. A lo mejor la que no conoce cuál es su sitio eres tú.

Y dicho eso, él tiró de mí para seguir avanzando. Lo último que vi fue la cara descompuesta de Diana a mis espaldas. Pobrecita, seguro que era la primera vez que un chico le decía algo tan "irrespetuoso". En ese momento, amaba a Zack de puro corazón.

        - Estás mal -le dije, riendo -. Debías haber dejado que le diera un guantazo bien dado.

        - ¿Ahora eres una camorrista? -me preguntó él de vuelta - Pensaba que era Violetta "paz y tranquilidad" Butterfly.

        - Más bien soy Violetta "estoy tranquila hasta que me tocas las narices" Butterfly.

Oí como Zack se carcajeaba delante mío. ¿Veís? Por eso adoraba a este chico. Era como una especie de hermano mayor, solo que sin el detalle de ser mi hermano. ¡Era genial! 

Llegamos a duras penas a la cocina. Allí había menos gente, pero aún así, era imposible divisar a Joe y a Jade. ¿Dónde demonios se habían metido? Zack y yo nos miramos en un momento.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora