Cuando nada puede ir peor

615 34 3
                                    

- 19 de Julio de 2014 -

Para cuando me desperté, Jade ya no estaba. Se había escabullido sin mí. Sabía perfectamente que desde que escuchó la grabación de Vincent no quería que volviera a trabajar con ella. Pero yo no tenía ni la más mínima intención de permitírselo.

Salí de la habitación a toda prisa, dando saltitos para terminar de meterme los pantalones, cuando escuché un susurro desde la habitación de Andy. Acto seguido la puerta se abrió, dejando salir a un Zack pálido y sombrío, con ojos completamente inertes. Parecía que le hubieran arrancado la vida.

- ¿Pasa algo, tío? -le pregunté, tratando de ser amigable.

Él levantó la mirada y terminó de confirmar mis sospechas de que algo no iba bien. La primera vez que vi a Zack me había mirado con desconfianza, como si no entendiera por qué Andy me dirigía la palabra. La siguiente vez que escuche su nombre fue por parte de Jade, y la duda y los celos se me removieron tan dentro que pensé que no quería conocerle jamás. Pero cuando nos presentaron de una vez, supe que quería ayudarle. Si a mí me hubiera pasado algo parecido, no sé cómo habría reaccionado.

- ¿Es Andy? -insistí ante su silencio. Él asintió - Cúentame, anda -le dije, poniendo una mano en su espalda para guiarle hasta los sofás.

Se dejó caer en uno sin ganas y, automáticamente, se llevó las manos a la cara. Por un momento pensé que se echaría a llorar.

- Ha escuchado una conversación entre Jade y yo, y... -tomó aire - escuchó la parte de "Andy es Violetta", para resumir.

No pude evitar poner cara de dolor al escuchar aquellas palabras. Si algo sabía de una chica herida es que eran terriblemente sensible, y Andy tenía más heridas de las que podía contar. No tuvo que explicarme más para darme cuenta de lo que esta habría pensado.

- Dice que quiere irse de aquí, que no quiere verme la cara -continuó -. Piensa que solo está aquí por eso.

- Pero no puede irse -me sobresalté -. Vincent la matará si la pilla. Y a juzgar por la conversación de anoche, estoy seguro que tiene más de un matón por ahí buscándoos.

Zack suspiró profundamente y se apartó las manos del rostro. Realmente se había quedado sin color alguno.

- La he convencido para que se quede al menos dentro de la habitación a cambio de no entrar más.

Me pregunté cómo me sentiría yo se Jade me hiciese lo mismo. De hecho, cómo me sentiría si, de pronto, no se acordara de mí, o si no supiera quién es, o si estuviera encerrada en casa con un tipo como Vincent...

- Intentaré hablar un poco con ella, ¿vale?

- No sé si es buena idea -susurró.

- No te preocupes -sonreí -. Tú échate a ver algo en la tele, o duerme o lo que sea. Pero no salgas, ¿entendido?

Zack asintió sin ganas mientras yo me dirigía al cuarto. Al otro lado de la puerta ya no se escuchaba nada. Toqué un par de veces con los nudillos sin recibir respuesta alguna. Volví a probar una segunda vez, tocando entonces aquel ritmo tan peculiar con el que solía llamar a su puerta cuando le llevaba algún libro.

- ¿Allen? -dijo una tímida vocecita desde el interior.

- ¿Puedo?

- Pasa.

La puerta giro sobre sus goznes para dejarme ver a la pequeña Andy acurrucada contra la pared, envuelta en sábanas. Me reí por su aspecto, pero ella me miró como si fuera la mayor de las ofensas. Di un par de pasos grandes hasta alcanzar la cama y me senté en el borde. Notaba los ojos de Andy sobre mí, curiosos y tristes.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora