Al despuntar el alba

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- 4 de Junio de 2014 -

Diferencias entre Andy y Violetta:

1. Andy no es tan tímida como Violetta (juraría que no lo es siquiera un poco).

2. Su cara casi siempre es inexpresiva.

3. Vivía con su padre.

4. No me conocía.

5. Su personalidad, para abreviar, era completamente diferente.

Miré la lista y suspiré. Algo dentro de mi pecho, un latido constantemente palpitante, me decía que Andy y Violetta eran la misma persona, pero lo cierto era que, fuera del parecido físico evidente y su gusto por el arte, no tenían nada en común. Además, ¿por qué iba a estar ella en aquella ciudad? Desde que desapareció, la hipótesis que los chicos y yo habíamos defendido era que había sido secuestra, arrancada de su hogar (incluso quizás asesinada, aunque doliera pensarlo). Tal vez Jade tenía razón, y simplemente quería ver a Violetta donde no estaba.

Aquel día, no había podido pegar ojo ni siquiera al llegar al amanecer del parque. Seguía sin tener noticias de Joe, lo cual significaba que se lo estaría pasando bien. Pero aquella mañana había necesitado más que nunca hablar con alguien. Desesperado, y aún a riesgo de recibir más de un insulto y alguna queja por descubrir lo que había estado haciendo todas las noches desde que llegué, cogí el móvil y marqué el número de Jade. Ella respondió entre el primer y el segundo timbre.

- ¿Zack?

- Jade, necesito hablar. En serio. Es urgente.

- ¿Ha pasado algo? -la preocupación tiñó su voz en ese momento.

- Me vas a matar.

- ¿Qué has hecho? -la preocupación se convirtió en enfado.

- ¿Recuerdas a la chica del parque? ¿La que te dije que...?

- Te mato. No me lo puedo creer. ¡Eso es acoso! - ¿pero qué demonios estaba pensando esta mujer que había hecho?

- No es acoso, simplemente nos encontramos cada noche en el parque.

- Dios, Zack... -casi podía verla cerrando los ojos y apretándose el puente de la nariz con dos dedos - Escucha, ven a mi oficina. Aquí podremos hablar. En media hora tengo un descanso para desayunar.

No hizo falta más. Colgué el móvil y me apresuré a adecentarme tanto como fuera posible antes de salir por la puerta y echar a correr.



"Aquí podremos hablar". Burda mentira... Había tanto jaleo, tantas voces gritando que se movían de un lado para otro, que apenas podía escuchar mis propios pensamientos. Al menos, en la esquina en la que se encontraba la mesa de Jade parecía haber menos ruido. En cuanto ella me vio aparecer por la puerta del ascensor, se le iluminó la mirada. Creo que Jade también necesitaba un ratito para hablar con alguien.

- Eh, Jonsons -gritó en dirección a un hombre que estaba a unos pasos de ella. Él la miró -, la sala de descanso está libre, ¿no?

El hombre asintió y antes de que yo hubiera alcanzado el escritorio, Jade ya se había levantado, me había interceptado, y me dirigía a una pequeña sala empotrada en la pared derecha de la sala, con una puerta de madera y grandes paneles de cristal con persianillas por dentro. En el interior, una hilera de sillones se disponían en toda la longitud de la pared, con un par de mesas de té frente a ellos, y una máquina de agua y café permanecía semi-oculta en una esquina. Jade tomó asiento y me arrebató la bolsa de papel que llevaba en la mano para extraer de ella un donuts y darle un mordisco con enfado, como si el pobre dulce le hubiera hecho algo malo. Yo me senté a su lado. Las voces de fuera ya no se alzaban como el furioso rugido de una tormenta, sino que parecían llegar de muy lejos.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora