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 - 19 de Julio de 2014 –

El roce de su cálida piel, el ligero temblor de su cuerpo, el tacto suave de su cabello, su respiración contra mi pecho... Me permití deleitarme de todo ello, de ella entera, durante más tiempo del que puedo recordar. Sentir su peso contra el mío resultaba reconfortante en más de un sentido. En algún momento la alcé entre mis brazos para llevarla a la cama, donde me acurruqué junto a ella. Una parte de mí se alegraba de estar ahí, de tenerla cerca por primera vez en varios días. Pero la otra seguía queriendo salir corriendo para encontrar al hijo de puta que le había puesto la mano encima y descargar toda mi ira contra él.

- Cuéntame que ha pasado exactamente –susurré suavemente cuando su llanto se hubo calmado.

Ella se apretó más contra mí, provocando miles de sensaciones encontradas que me esforcé por reprimir.

- Cuando regresé la otra noche, él estaba en casa. Tenía una botella de Wishky en la mano –hablaba con un hilo de voz entrecortada, como si el simple hecho de recordarlo en voz alta le diera miedo -. Me dijo que sabía que te estaba viendo, que sabía que había vuelto a hablar con la policía... Todos estos días me ha estado preguntado quién eres, y por qué hablé con aquella inspectora. Y cuando no le decía nada... -susurró contra mi cuello.

Me estremecí al escucharla hablar y la estreché aún mas contra mí, hundiendo la cara en su pelo.

- No te preocupes –dije -, ya estoy aquí.

- Pensaba que te habías olvidado de mí –confesó.

Me separé lo mínimo para poder mirarla a los ojos, con el ceño fruncido.

- Jamás me olvidaría de ti. He pasado estas noches de píe frente a la escalera, esperando a que salieras en algún momento.

- No lo sabía.

Nos miramos durante un momento. Sus tristes ojos comenzaban a recuperar poco a poco ese brillo especial que tanto me gustaba. Le acaricié las mejillas con los pulgares y ella sonrió ante el gesto. Pero yo no pude sonreír. Solo podía pensar que tenía que sacarla de allí lo antes posible. Quizás, si Jade le presentaba a Montgomery todas las pruebas, conseguía detener a Victor de forma preventiva el tiempo suficiente para llevarme a Andy de allí. Pero sabía tan bien como mi amiga que lo que nosotros considerábamos pruebas, no eran más que circunstanciales. Sin los recuerdos de Andy para testificar en su conta, Vincent saldría del calabozo a los pocos días y solo habría conseguido poner a Jade y a Andy en peligro. La única opción que se me ocurría era llevármela a escondidas, pero dudaba que su respuesta fuera "si".

Me había quedado ensimismado y serio, y Andy me miraba entonces sin la sonrisa que había tenido instantes atrás. Sabía que me pasaba algo, lo notaba. Se alejó de mí un poco para mirarme más cómodamente.

- ¿Qué te pasa? –preguntó.

- Nada.

- Mentira –frunció el ceño.

Mis ojos se fueron inconscientemente a uno de los moratones que asomaban por encima de su camiseta y casi le alcanzaba la clavícula. Me pregunté cuántos más habría escondidos bajo la ropa y sentí como se me revolvían las entrañas. Tenía que intentarlo, tenía que convencerla de que debía salir de allí. No era necesario contárselo todo en ese momento.

 - Andy, vente conmigo -solté.

Al principio ella pareció confusa, como si no supiera muy bien a qué me refería. Pero entonces sus ojos se abrieron con sorpresa.

 - No puedo irme -contestó.

 - Tienes que salir de aquí.

 - Si me encuentra, será peor -dijo ella en un susurro.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora