Cuatro tabletas de chocolate, dos tarrinas de helado a medio comer, todo tipo de chucherias esperdigadas por la mesa y tres chicas sentadas alrededor de una mesa. La estampa era digna de ver. Jade y Rubí me miraban mientras yo relataba una y otra vez la llamada de la noche anterior, agarrándome a mi taza de chocolate caliente como si de una borracha se tratara.
- Hay algo que no termino de entender -dijo Rubí de pronto, alzando la mano -. ¿Estás saliendo con Zack?
- ¿Qué? -me atraganté con el chocolate y dejé caer el caramelo que sostenía en las manos - ¡No, por Dios! Es mi amigo.
- Entonces solo estás enamorada de él, ¿no?
- ¡No! -abrí los ojos como platos. La sangre se había arremolinado en mis mejillas, confiriendoles su habitual color rojo febríl - Zack y yo solo somos amigos.
- Pues cualquiera lo diría -contestó ella, alzando las cejas.
Noté la mirada incómoda de Jade, como si pensara lo mismo pero supiera que decirlo en voz alta era una mala idea. De nuevo, una tímida vocecita en lo más profundo de mi cabeza me hacía la misma pregunta de la noche anterior: ¿seguro que es solo un amigo? Estaba segura. Porque eso era. ¿O no? Ni siquiera yo lo sabía en ese momento.
- Es que se tienen un cariño especial -se apresuró Jade a explicar.
Ambas se miraron durante un momento. Parecía extraño verlas juntas, cuando unos meses antes, saltaban chispas cuando se cruzaban por los pasillos. Aquel odio irracional se había convertido en amistad. ¿Cómo? No tenía ni diea, pero opinaba lo mismo. Rubí me gustaba, era una chica genial. Durante aquella semana en que la habíamos conocido, había tenido la oportunidad de intimar con ella. A mis ojos, Rubí era una chica adulta y sofisticada, madura y sabia, una maestra a la que respetar y adorar y de la cual beber sus enseñanzas. Cada vez que me contaba historias sobre ella y Ricky, su novio, me quedaba envelesada y mi mente imaginaba cuan maravilloso debía ser poder compartir tu vida con la persona a la que amas de esa manera. Había resultado que compartíamos bastantes gustos: películas, libros, música... Poco a poco, nuestro pequeño mundo con aforo limitado a tres se hiba haciendo más y más grande.
- A todo esto, ¿dónde está Joe? -pregunté, consciente repentinamente de que faltaba una "chica" en nuestra reunión.
- Dijo que iría a ver a Zack -contestó Jade, mirando su móvil como si esperara que en cualquier momento llegara un mensaje de los chicos explicando la situación y diciendo que irían allí en cualquier momento. Volvió a guardarlo y suspiró profundamente - A menos de que Zack y tú arregléis la situación, supongo que mi fiesta de cumpleaños se suspende.
- Querrás decir "mi" fiesta - me señalé a mi misma.
- Lo que sea -contestó desanimada.
Le dí un sorbo al chocolate caliente y me quedé el espeso líquido. No sabía cómo había podido pasar eso. Las chicas charlaban animadamente, proponiendo diferentes hipótesis sobre cuál podría haber sido el desencadenante o sobre cómo hacer las paces con Zack. Como había hecho durante toda la noche, me dediqué a repasar mentalmente la noche de Halloween, la noche en que casa de Zack y la conversación por el móvil. Quizás había algún detalle pasado por alto. Pero no. Entonces, la vibración del teléfono en el bolsillo de mi pijama me sacó de mis pensamientos.
- ¿Si? -respondí, ansiosa, pensando que era Zack,
- Feliz cumpleaños, preciosa -contestó la voz de Mikel al otro lado.
De pronto me desinfle. Pero, ¿en qué estaba pensando? Después de aquella noche él no me llamaría así como así.
- ¿Pasa algo? -preguntó.
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El club de los corazones rotos
RomanceVioletta es una chica normal e introvertida cuyo mundo gira al rededor del sus amigos Joe, Jade y el recién llegado Zack. Como todas las chicas a su edad, está coladita por el chico guapo del instituto. Pero entonces, entre todos los problemas que c...