Un beso no es para tanto

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        - ¿Qué demonios estabas haciendo? -me dijo Zack, apretando los dientes. No había gritado, pero a pesar de todo el ruido y la musica, lo escuché tan claramente como si susurrara en mi oido.

        - Nada -contesté riéndome. 

No sabía por qué, pero todo me parecía gracioso. No me importaba absolutamente nada. ¿Qué problema había en que alguien me besara? Algo dentro de mi cabeza me gritaba desde un rincón que estaba mal, que tenía que enfadarme. Pero yo no comprendía el por qué. Zack me examinó durante un momento. Creo que abrí un poco la boca, como una boba, mientras lo miraba a los ojos. Era tan bonitos... 

        - ¿Qué le has hecho? -preguntó Zack, dirigiéndose a Mikel - ¿Qué cojones ha tomado?

        - ¡Has dicho una palabrota! -exclamé, riéndome aún más.

        - Yo no he hecho nada -contestó Mikel, poniendo las manos en alto. 

        - ¡Y una mierda! -Zack salió disparado hacia él y lo agarró por el cuello de su disfraz - Ya me estás diciendo qué cojones le has dado o te juro que te partiré esa cara de gilipollas que tienes.

        - Zack, di no a la violencia -dije yo desde mi sitio, riéndome como si mi comentario fuera lo más gracioso que hubiera escuchado jamás.

        - Te estoy diciendo que no le he dado nada -contestó él, de forma amenazadora, haciendo caso omiso de mi comentario.

Miré a mi alrededor. Un coro de gente se había reunido junto a la cocina y observaba la escena como si de una película se tratara. Algo en aquella situación me resultaba de lo más cómico. Zack se giró hacia mí, me agarró de la mano y me condujo entre la multitud hasta llegar al exterior de la casa. No sabía cómo había llegado hasta allí, ya que no notaba mis pies moverse. Así que comencé a reírme aún más. En algún momento, habíamos caminado hasta el aparcamiento, y nos encontrábamos entonces junto al coche de Zack, yo apoyada en el capó y Zack justo frente a mí.

        - Estas cabreado -dije, divertida.

        - Y tú estás borracha -me reprochó.

        - ¡Eh! Que yo no estoy borracha. No be-bo -contesté, marcando las sílabas.

        - Entonces tú me dirás por qué estás así.

        - ¿Así cómo? -ladeé la cabeza.

        - Así -hizo un gesto con la mano, señalándome de pies a cabeza.

        - ¿Disfrazada? Es una fiesta de disfraces.

        - Estas borracha -volvió a decir.

¿Quién demonios se creía que era para llamarme borracha? ¡Yo no bebía! Solo había tomado una coca-cola. Es verdad que me notaba algo diferente, pero no sabía el qué, y tampoco quería pensar en ello. Estaba feliz y tranquila, relajada, me sentía flotar. Intenté pegarle, pero mi cuerpo resultaba más lento y pesado de lo que recordaba, y solo conseguí tropezar con mi propio pie. Zack me sostubo con su propio cuerpo para que no acabara de narices en el suelo.

        - Eres-un-toooooon-to.

        - ¿Yo? -dijo, indignado - ¿El tonto soy yo? ¡Eres tú la que estaba besándose con el tío más capullo de todo el puto instituto! ¡El mismo que estaba haciendo no-se-qué contigo en clase y que tú no querías hacer! 

        - Era solo un beso -contesté, hinchando los carrillos.

Vale, algo en mí no hiba bien. Podía notarlo. Yo no hinchaba los carrillos. Simplemente no lo hacía. ¿Qué me pasaba? La voz que gritaba dentro de mi cabeza se escuchaba cada vez más de cerca, pero no lograba comprender del todo lo que decía. 

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora