Un recuerdo

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- 20 de julio de 2014 -

¿Sabéis ese momento de la película en que el protagonista se da cuenta de todo lo que acaba de pasar y, confuso, mira a todos lados buscando al culpable mientras la cámara gira a su alrededor? Más o menos así me sentí yo, en mitad de la calle, con los cafés en una mano, el teléfono en la otra, y buscando como una loca a un Angus que quizás ni siquiera estuviera ahí. Allen me zarandeaba con una mano para obligarme a mirarle, contarle qué era lo que pasaba. Pero yo había quedado en una especie de trance, absorta en mi tarea y a punto de perder por completo el control de mi propio cuerpo. Orange hiperbentilaba al otro lado del teléfono entre el sonido de puertas abriéndose y objetos chocando.

- ¡No están! -volvió a repetir en un quejido.

Y fue entonces cuando ya no pude más. El miedo se había hecho con el mando de mi cuerpo. Las piernas dejaron de funcionar y caí de rodillas al suelo, los cafés derramándose por mi mano y quemándome la piel. "Calma, Jade. Piensa. Reacciona. No es momento de ponerse así. Tienes que hacer algo" me gritaba una vocecita en mi cabeza. ¿Pero qué podía hacer? Necesitaba a Angus. Necesitaba que me dijera todo lo que sabía. Porque estaba segura de que él tenía una idea de a dónde se los podían haber llevado.

- ¡Se la ha llevado! -grité de pronto a viva voz - ¡¿Me oyes?! ¡Se la ha llevado!

Todo el mundo se volvió a mirarme, incluido Allen, pero me importaba ocho pimientos. Solo esperaba que Angus estuviera cerca y me hubiera oído. Un par de personas se acercaron a Allen, que trataba de levantarme, para preguntarle si estaba bien o si necesitaba ayuda. Él negó con la cabeza y los espantó. Ambos nos miramos a los ojos y no hicieron falta palabras. Vi como la expresión de su rostro de oscurecía lentamente.

- ¿Y Zack? -preguntó él, con el espanto tiñendo su voz.

Yo solo negué con la cabeza. No creía ser capaz de hablar en voz alta. ¿En qué había estado perdiendo el tiempo para permitir que esto pasara? No podía permitirme volverla a perder otra vez, y menos despedirme de un amigo más. Ya era demasiado. Todo se escapaba de mis límites, se iba de mis manos. Y entonces, entre la multitud de personas que aún se arremolinaban ante nosotros a espera de algún escándalo que presenciar, descubrí una cara que reflejaba el mismo pánico y terror que la mía. Reconocería aquellos ojos casi negros en cualquier sitio.

- Jade -susurró Allen a mi lado. No trataba de llamar mi atención, sino de avisarme. Él también le había visto.

Ver a Angus Wolfstain era como ver un fantasma. Era como si de un momento a otro fuera a desaparecer, convirtiendose en niebla. Quizás, de haber sido en otra ocasión, realmente lo hubiera hecho. Pero en aquel momento no se movió del sitio. Estaba tan asustado que no podía esfumarse. Así que hice acopio de todas las fuerzas que me quedaban y eché a andar hacia él. Allen me seguía de cerca y tomaba mi mano tratando de darme ánimos. O quizás era un gesto de protección. No estaba muy segura.

- ¿Vincent? -fue lo único que preguntó cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para hablar.

- Vincent -afirmé.

Y todo lo que antes había sido miedo se tornó de pronto en pura y genuina ira. Angus metió la mano en el bolsillo de su gabán rebuscando algo. Tras unos segundos observando la pantalla de un viejo y destartalado móvil volvió a fijar su atención en nosotros. Juraría que tenía los ojos en llamas.

- Avisa a Montgomery y pide que alguien vaya al hospital a vigilar a tu amigo. Yo sé dónde está Vincent.


- 20 de Julio de 2015 -

A veces odiaba estar en los hospitales, y me preguntaba por qué quería yo trabajar en un lugar así. Claro que estar al otro lado, donde puedes hacer algo útil, es mucho más reconfortante que sentarte en una silla y esperar a que tu amigo despierte de un coma. Y Joe no despertaba. Y yo estaba ahí sola. Y estar sola en momentos así no es lo más aconsejable. Me asaltaban millones de preocupaciones, sobre todo sabiendo todo lo que estaba pasando con Violetta. Podría pasarle cualquier cosa, podía no recuperar nunca sus recuerdos, podía... "¿Por qué les habéis dejado solos?" preguntó una voz en mi cabeza, a la vez que una serie de confusas imágenes aparecían en mi mente. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo, de esos que te dan cuando tienes un mal presentimiento.

El club de los corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora