20| Be Honest.

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Tenía un montón de sentimientos encontrados los cuales sólo lograban revolverme el estómago.

Salí a toda velocidad del lugar mientras escuchaba los pasos de Cinco ir a toda velocidad detrás de mi.

─¡Cero, espera! ─gritó el castaño a mis espaldas.

Lo ignoré por completo y seguí con mi camino.

Abandoné el lugar y en cuanto tuve la oportunidad le silbé a un taxista que iba conduciendo por la zona.

Abrí la puerta y me trepé al vehículo de inmediato.

─Espera, por favor, déjame explicarte. ─mencionó Cinco mientras metía su cabeza al interior del auto a través de la ventana abierta.

Suspiré.

─A la Academia Umbrella, por favor. ─ordené.

El sujeto quitó el cambio y sin decir más puso el pie sobre el acelerador.

Probablemente si el castaño no se hubiese apartado el conductor quizás le fuese volado la cabeza.

Observé por el retrovisor y pude ver que Cinco se subió a un taxi que iba detrás del mío.

El castaño me había seguido por todo el camino y luego de aproximadamente veinte minutos ambos vehículos quedaron atascados en medio de un embotellamiento que estaba a dos cuadras de la mansión.

─Aquí tiene. ─dije luego de sacar un billete de cien y arrojárselo al taxista─. Guarde el cambio. ─adjunté.

Sin decir más bajé del carro y cerré la puerta con fuerza.

Mi rabia le ganaba a la tristeza así que corrí por la calle mientras esquivaba los autos. 

─¡Cero! ─escuché a Cinco gritar a mis espaldas.

No pensé en detenerme ni por un instante.

Cerré los puños con fuerza y mientras iba corriendo de un lado a otro no podía pensar con claridad.

Llegué a la entrada de la academia con rapidez, atravesé el umbral y de inmediato unas voces que provenían de la sala atraparon mi atención.

Me acerqué al lugar y noté a Vanya, Allison, Shelly y Luther presentes.

La zona estaba completamente limpia, Shelly siempre hace muy bien su trabajo.

─Se los juro chicos, hoy soñé que tenía poderes. ─expresó Vanya con una sonrisa.

En cuanto el cuarteto se percató de mi presencia me observaron fijamente.

─Syd, ¿Qué tal la noche? ─preguntó Allison.

Tensioné la mandíbula.

─Te traje ropa cómoda para que uses durante el vuelo, está en tu habitación. ─mencionó Shelly─. Y nuestras maletas ya están listas, las puse en la cajuela de tu auto. ─adjuntó.

─¿Dónde está Cinco? ─demandó saber Luther.

Me acerqué a Vanya y la observé fijamente por unos minutos.

Estaba ebria de cólera.

─¿Qué sucede? ─me cuestionó la pelinegra.

Tomé aire con fuerza por la nariz y sin decir más le desplomé una bofetada que le volteó el rostro.

─Mierda. ─musitó Allison─. ¿Qué ocurre contigo, Sydney? ─añadió molesta.

Giré la cabeza y la miré.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora