69| Dios de la Lujuria.

719 86 229
                                    

─Vamos, vamos, despierta. ─dije mientras golpeaba el rostro de Cinco con suavidad. 

Llevaba unos diez minutos intentando que reaccionara pero empecé a entrar en pánico al ver que no funcionaba.

Me puse de pies y me coloqué las manos en la cintura intentando encontrar una solución, fue allí cuando pensé en salir del lugar e ir en busca de alguno de mis hermanos.

Di media vuelta y antes de que pudiera caminar en medio de la oscuridad para buscar la puerta de salida escuché unos quejidos a mis espaldas.

─Carajo. ─llegó a mis oídos. 

Me paralicé de inmediato y me giré sobre mis talones nuevamente para quedar frente a él.

─Cinco. ─musité acercándome para ayudarlo a ponerse de pies.

─No sé qué pasó, la cabeza me dio vueltas y de repente todo quedó completamente a oscuras. ─manifestó mientras se llevaba las manos a las cienes. 

Tragué saliva con firmeza intentando no entrar en pánico de nuevo.

─¿Estás bien? ─lo cuestioné.

El ojiverde seguía algo confundido pero luego de unos segundos logró reaccionar.

─Mierda, Sydney. ─se detuvo─. Estás embarazada. ─insertó sin más.

Tensioné la mandíbula.

─Sí. ─contesté.

Él se quedó congelado por unos instantes mientras me veía fijamente en medio de la poca iluminación que había en el lugar.

─Pero eso no cambia nada entre tu y yo. ─adjunté.

─¿Qué? ─soltó extrañado. 

─Sólo te lo estoy contando porque sé que se vienen momentos difíciles y como futuro padre tienes el derecho de saberlo, pero eso es todo. ─aclaré.

─Pero...─tartamudeó─. ¿De qué estás hablando? ─demandó saber.

Miré al cielo con frustración y sin decir más me giré sobre mis talones dispuesta a abandonar el lugar. 

─Sydney, espera. ─dijo tomándome del brazo con firmeza─. ¿A dónde crees que vas? ─me cuestionó furioso.

─El fin del mundo se acerca así que quiero pasar todo el tiempo que quede junto a mi familia. ─respondí.

Pude verlo frotarse el rostro con frustración.

─Me acabo de enterar de que estás embarazada, no puedes irte, tenemos que hablar sobre esto. ─insistió.

─No vine hasta aquí para que un idiota me diga lo qué tengo que hacer. ─resoplé soltándome de su agarre con furia.

─¡¿Por qué estás tan enojada?! ─me cuestionó─. ¡Vamos a tener un bebé, se supone que este momento debería ser feliz para ambos! ─añadió.

─En serio no puedo creer que seas tan descarado como para preguntar la razón por la cual estoy molesta. ─bufé con incredulidad─. Esto debe ser una puta broma. ─suspiré exhausta.

Y sin decir más procedí a seguir con mi camino intentando encontrar la salida.

Antes de que alcanzara a dar tres pasos pude verlo teletransportarse y aparecer frente a mi para obligarme a detener la caminata.

─¿Sigues celosa? ─soltó confundido mientras me veía fijamente.

Ladeé los ojos.

─Estás celosa. ─afirmó.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora