41| Always 4 Ever.

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Diego condujo hasta el lugar que había mencionado, la zona estaba despejada, fue así que abrí la puerta y bajé del vehículo con Cinco entre mis brazos.

Empujé la puerta de la entrada e ingresé al lugar.

Sólo había tres personas presentes en el recibidor y en cuanto analizaron la escena me observaron con terror.

─¡Necesito ayuda, le dispararon a mi hermano! ─solté de inmediato.

¿Hermano? Sí, claro.

─¡Esto no es un hospital, no podemos atenderlo! ─gritó la mujer detrás del mostrador, al parecer era la secretaria.

─¡Soy cirujana, puedo curarlo yo misma pero necesito las herramientas necesarias! ─exclamé.

─Llamaré a la policía. ─escuché mencionar a uno de los hombres que se encontraba en la sala de espera.

Puse los ojos en blanco y sin decir más me puse de rodillas y coloqué a Cinco en el piso con mucho cuidado.

Me llevé la mano a la espalda, saqué el arma y le apunté al sujeto directo al rostro.

─¡Si el chico se muere ustedes también! ─expresé.

No pudieron evitar estremecerse en cuanto vieron la pistola.

Me puse de pies y observé a la secretaria.

─¡¿Tienen epinefrina?! ─demandé saber.

─No hay insumos de ninguna clase, recién estamos esperando un pedido, llegará esta tarde. ─respondió nerviosa.

Sus palabras se clavaron como balas en mi pecho.

─Mierda. ─escuché la voz de Diego a mis espaldas.

Empecé a temblar de miedo.

─¡Cinco morirá! ─grité entrando en pánico─. ¡Carajo, Cinco morirá! ─repetí.

En cuestión de segundos entré en pánico y comencé a llorar como un bebé mientras lo veía inconsciente tirado en el suelo.

De repente una luz iluminó mi cabeza.

─¡Puedo teletransportarnos a casa! ─me detuve─. ¡Mierda, sí! ─continué.

La academia estaba demasiado lejos y no me creía capaz de teletransportarme a una distancia tan larga, pues la última vez que lo intenté terminé perdida casi a tres horas de la ciudad.

─Necesito energía. ─suspiré mientras mi mente procesaba un montón de cosas.

─Usa la nuestra. ─sugirió Allison.

Me quedé estupefacta, no lo pensé mucho y asentí con rapidez.

Me arrodillé junto a Cinco y lo observé fijamente.

─¡Vengan aquí! ─le ordené a Diego y a Allison.

Pude verlos lanzarse y posarse junto a mi.

Hicieron contacto físico conmigo mientras que yo tenía a Cinco tomado de las manos.

Cerré los ojos e incliné la cabeza.

Centré mi energía en el objetivo y procedí a visualizar la sala de la academia al interior de mi cabeza.

Podía sentir un cosquilleo comenzar a recorrerme el cuerpo de arriba abajo, se me erizó la piel y una corriente eléctrica me recorrió la nuca.

Una luz azul brillante empezó a salir de mi pecho, por una breve fracción de segundo sentí un leve dolor de cabeza, todo se oscureció y de repente pude presenciar cómo el ambiente cambiaba drásticamente.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora