12| Abeja Reina.

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Liam nos había llevado hasta una pequeña habitación que estaba repleta de estanterías y en las cuales había una cantidad incontable de cajas repletas de lo que al parecer eran registros.

Pudimos verlo acercarse a una de ellas, ojear con rapidez y finalmente terminar por tomar una pequeña carpeta blanca entre sus manos.

El hombre la abrió y le echó un rápido vistazo hasta que luego de unos minutos finalmente procedió a hablar.

─Que raro. ─musitó Liam.

─¿Qué cosa? ─resoplé.

─El ojo no ha sido comprado por nadie todavía. ─respondió Curry.

─¿De qué hablas? ─lo cuestioné.

─Bueno, los registros dicen que ese ojo... ─se detuvo para volver a leer los papeles entre sus manos─. Dicen que ese ojo ni siquiera ha sido fabricado. ─adjuntó estupefacto─. ¿De dónde lo sacaste realmente? ─interrogó al ojiverde.

¿Pero qué rayos?

Cinco no respondió ni una sola palabra, simplemente frunció el ceño y desvió la mirada.

─¿Y ahora qué? ─pregunté.

─Ahora estamos nuevamente en el principio. ─contestó el castaño─. ¡No tenemos absolutamente nada! ─exclamó.

Suspiré con fuerza.

─¿No hay algún otro lugar donde podamos investigar? ─hice una pausa─. Quizás en el hospital de... ─Cinco me interrumpió.

─¡No hay otro maldito lugar, Número Cero! ─gritó observándome fijamente.

─Pero a lo mejor... ─volvió a cortarme las palabras.

─¡Sé que piensas que estoy loco pero hay algo que me dice que todo esto será tu culpa! ─adjuntó.

Me quedé en silencio unos segundos.

─¿De qué hablas? ─lo cuestioné─. ¿Aún sigues con el tema del apocalipsis? ─me burlé.

Pude verlo tensionar la mandíbula y fruncir el ceño. 

─¡Ninguno de nosotros tiene tanta energía como para causar el maldito fin del mundo! ─se detuvo─. ¡Ninguno de nosotros a excepción de ti! ─aclaró retándome con la mirada.

─A ver, ¿De qué fin del mundo están hablando? ─interrumpió Klaus.

─¡Desde que Cinco regresó no ha hecho nada más que hablar sobre su estúpida teoría de que el mundo terminará en una semana! ─exclamé─. ¡Está jodidamente loco! ─añadí.

Klaus me observó confundido.

─¡No es una puta teoría, yo estuve ahí! ─se detuve─. ¡Y estuve atrapado en el maldito apocalipsis por más años de los que tan siquiera puedo recordar! ─adjuntó─. ¡Esto es real! ─finalizó.

─¡¿Y qué quieres que haga al respecto?! ─lo cuestioné.

─¡Que te largues lo más lejos posible, quizás así exista una remota posibilidad de que no mandes todo al carajo! ─respondió.

Sus palabras se sintieron como una maldita bofetada en el rostro.

Estuve rogándole al cielo que me permitiera ver esos hermosos ojos verdes una vez más y ahora que por fin los tengo cerca él me pide que me aleje.

─¿Eso es lo que quieres? ─demandé saber observándolo fijamente. 

─Que estés lejos sería lo mejor que le podría pasar a la humanidad. ─contestó sin más.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora