Llevaba aproximadamente diez minutos sentada a un lado de Klaus en el asiento de copiloto, Luther y Diego iban en la zona de atrás pero el rubio ocupaba tanto espacio que preferí soportarme a Número Cuatro.
Cinco apareció bajo el umbral de la entrada, cerró la puerta detrás de sí y se trepó a la silla de conductor, encendió el vehículo y lo puso en marcha rumbo a la dirección que le ordenó Diego.
El castaño vestía el típico uniforme de la academia, se había emperfumado y emanaba un exquisito aroma a fragancia masculina.
─En serio, no puedo creer que hubiesen sido capaces de dejar a Allison sola. ─soltó Luther.
Fruncí el ceño exhausta.
El ojiazul ya llevaba un buen rato quejándose de la situación.
─Deja de subestimarla. ─me detuvo─. Ella no necesita de ningún hombre a su lado para que le salve la vida, Luther. ─suspiré─. Ya te lo dije, esto es la vida real, no un cuento de hadas. ─adjunté.
El sujeto tensionó la mandíbula.
─¿Puedes ir más rápido? ─se dirigió nuevamente a Cinco.
Puse los ojos en blanco.
─Si lo pides de nuevo te quemaré el rostro con el maldito encendedor. ─lo amenazó el castaño.
─Y yo te sacaré los putos ojos con mis propias manos y después te los meteré en el jodido trasero. ─seguí.
Luther me miró fijamente y sin decir más pude verlo cerrar la boca y acomodarse sobre el asiento en completo silencio.
El lugar al cual nos dirigíamos estaba realmente lejos, luego de un rato sólo se podía apreciar árboles y naturaleza por toda la zona.
Se podía ver a la distancia lo que era un gran edificio blanco de aproximadamente seis pisos, supe de inmediato que se trataba de un hospital.
Cinco disminuyó la velocidad lo cual ayudó a que lograra descubrir algo importante.
─¡Es el auto de papá! ─grité de inmediato tras ver el lujoso auto negro estacionado en el parking frontal de la zona.
Divisé las placas y decía Hermes, claramente se trataba del coche de la familia Hargreeves.
El castaño detuvo el vehículo y lo parqueó en el frente del lugar.
─¡Allison debe estar en el hospital! ─resopló Luther para proceder a descender del carro a toda velocidad─. ¡Seguro le pasó algo! ─adjuntó con nerviosismo.
─¡Oye, espera! ─exclamó Diego.
El pelinegro intentó detener al rubio pero fue inútil.
Todos bajamos del auto y nos acercamos al coche de papá mientras lo observábamos con recelo.
─Está vacío. ─musitó Luther estupefacto─. ¡Seguro le pasó algo! ─anexó.
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EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.
Fanfic─Cuando del cielo llueva todo lo que pueda hacerte daño. ─dijo Cinco observándome fijamente directo a los ojos─. Cuando eso pase, cariño, entonces yo seré tu paraguas. ────────────────── ❝Quizás en otra vida, en otro mundo o en otra dimensión final...