59| Paz Después de la Guerra.

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El sol iluminaba toda la zona mientras se colaba a través de las ventanas. 

Tim y yo nos quedamos dormidos en el piso frente a la chimenea luego de la feria de polvos que tuvimos en la noche.

Nos recostamos sobre la alfombra, él consiguió una cobija y se acurrucó junto a mi.

El día recién empezaba y me sentía ligeramente más tranquila, no pude dormir bien pero me sentía cómoda.

Podía apreciar el pecho de Tim subir y bajar suavemente con cada respiración que sus pulmones producían

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Podía apreciar el pecho de Tim subir y bajar suavemente con cada respiración que sus pulmones producían. 

Se veía en calma, demasiado tranquilo para ser real.

De repente escuché un ruido que me hizo estremecer, fue así que intenté incorporarme de inmediato.

─Despierta. ─dije dándole una suave palmada en el pecho.

El ojiazul ni se inmutó, estaba profundamente dormido.

─¡Tim! ─grité dándole una bofetada.

Pude verlo dar un brinco y reaccionar enseguida.

─Escuché un ruido, alguien entró en la casa. ─expresé.

El hombre se incorporó y se puso de pies con rapidez, corrió y se puso la ropa interior para finalmente alcanzar su arma.

Antes de que pudiera pensar en otra cosa pude ver a un grupo de hombres aparecer en mi rango visual de la nada.

Se quedaron atónitos observándonos fijamente y por un instante se me bajó la presión.

─¡Vaya! ─expresó uno de ellos─. ¡Parece que alguien sí pasó una buena noche! ─adjuntó.

Suspiré y con alivio al ver que sólo se trataba de los hombres di Valastro.

─Giorgi, carajo, casi me da un infarto por tu culpa. ─bufé exhausta.

─Vine a invitarlos a desayunar pero parece que ya comieron. ─adjuntó entre burlas y finalmente el resto de los presentes terminaron por reír también.

 ─adjuntó entre burlas y finalmente el resto de los presentes terminaron por reír también

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EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora