49| Sobrevalorado.

533 99 80
                                    

Me di media vuelta y salí corriendo en dirección a las escaleras, subí los peldaños lo más rápido que pude mientras luchaba por no tropezar. 

─¡Diego! ─grité a todo pulmón.

Podía sentir los pasos de Vanya sacudir la casa mientras iba caminando detrás de mi.

─¡¿Qué carajos está pasando?! ─apareció Número Dos a un lado del pasillo.

─¡Es Vanya, corre! ─exclamé.

El pánico en su rostro lo decía todo.

─Nunca me había sentido tan feliz de ver a toda mi familia reunida. ─se escuchó a mis espaldas.

Me giré y pude ver a la pelinegra caminando lentamente en dirección a nosotros y luego de unos segundos todo lo que se cruzara por su paso explotaba sin explicación alguna.

Me giré y pude ver a la pelinegra caminando lentamente en dirección a nosotros y luego de unos segundos todo lo que se cruzara por su paso explotaba sin explicación alguna

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su mirada era aterradora, lucía fría y vacía, como si nos desconociera por completo.

Intenté correr pero me tropecé, casi caigo al suelo pero Diego lo impidió.

El pelinegro me observó fijamente y lo supo de inmediato.

─¡¿Estás borracha?! ─me cuestionó con furia. 

Tensioné la mandíbula y lo ignoré por completo.

Emprendimos la huida y logramos darnos la vuelta a través de los pasillos rumbo al otro lado de la mansión.

─¡Sal de aquí, iré por Luther y Allison! ─continué.

─¡Espera, no tienes poderes, es peligroso! ─respondió Diego─. ¡Yo me encargo! ─agregó.

Tragué saliva con fuerza.

─¡Sydney, sal de aquí! ─ordenó con firmeza.

Asentí con seriedad.

Suspiré y sin decir más procedí a correr rumbo a la salida, la casa se sacudía con tanta fuerza que era cuestión de tiempo para que nos cayera encima.

Antes de atravesar el umbral recordé algo de inmediato.

─Klaus. ─musité su nombre.

Carajo. 

Me giré y procedí a correr nuevamente hacia el segundo piso, abrí las puertas de todas las habitaciones y me aterré al ver que no estaba por ningún lado.

─¡Klaus! ─exclamé con fuerza.

Sentí un líquido deslizarse por mi pierna, bajé la vista y noté que mi herida estaba comenzando a sangrar por el exceso de esfuerzo.

Me llevé las manos a la cabeza con frustración intentando pensar. 

La puerta de uno de los baños estaba semiabierta así que me acerqué y la empujé de un tirón.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora