65| Alpes Suizos.

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El chico se abalanzó sobre mi y me abrazó de inmediato.

No pude evitar sentir mis ojos cristalizarse, un montón de sentimientos diferentes me envolvían la mente así que me aferré a Klaus como si mi vida dependiera de ello.

─Yo...─tartamudée─. Creí que habías muerto. ─dije rompiendo en llanto.

─Estuve solo todos estos años creyendo que era el único que quedaba. ─contestó soltándome de su agarre lentamente.

Pude verlo llevar sus manos a mi rostro y limpiarme las lágrimas.

─Oh no, Syd, ya estoy aquí, todo saldrá bien. ─dijo intentando calmarme.

─No te imaginas todas las veces en que te necesité Klaus, sólo deseaba poder verte y abrazarte. ─musité entre sollozos. 

Él me rodeó con sus brazos nuevamente y el contacto con su cuerpo me hizo estremecer, mi corazón se expandía y me hacía sentir como en una de esas películas cuando las niñas tristes eran consoladas por sus padres.

─Aún no he podido recuperar mis poderes. ─expresé en medio del llanto. 

─¿Qué? ─mencionó confundido apartándome de él con delicadeza─. Pero se supone que cuando...─se detuvo.

Fruncí el ceño de inmediato.

─¿Qué pasa? ─lo cuestioné.

─¿Cinco...─tomó una pausa─. ¿Cinco ya volvió? ─demandó saber.

Me quedé en silencio por unos segundos.

─Sí, yo estoy aquí desde hace casi dos años pero él llegó hace unos cuatro días. ─respondí.

Pude verlo sonreír.

Klaus me tomó del rostro y me analizó con detenimiento para luego ir bajando la vista lentamente hasta detenerse en... mi vientre.

─Tu...─pausó─. ¿Sabes qué? ─empezó a reír─. Creo que deberíamos tomarlo con calma. ─añadió con nerviosismo. 

Antes de que pudiera decir algo el chico me tomó del brazo con firmeza y me obligó a caminar junto a él en dirección a la salida.

─¿Cómo está Ben? ─lo cuestioné intentando no tropezarme con mis propios pies.

─Oh, temo decirte que los fantasmas no viajan en el tiempo. ─contestó con una sonrisa.

Arrugué el entrecejo confundida y antes de que pudiera decir algo Klaus empujó la puerta y cruzamos el umbral quedando frente a la calle.

El viento fresco me golpeó el rostro haciéndome alivianar el estrés y por un segundo me sentí algo mejor.

─Luces tan diferente, mírate, es como si fueras otra persona. ─dijo tomándome de los hombros con firmeza y revisándome de pies a cabeza.

─He cambiado, Klaus. ─me detuve─. Tuve que hacerlo, de lo contrario no hubiese logrado sobrevivir. ─adjunté.

Fue allí cuando el chico tomó mi mano y analizó el anillo que llevaba puesto.

─Espera, no me digas que...─tomó una pausa, me miró con los ojos totalmente abiertos y una gran sonrisa plasmada en el rostro.

─Sí, voy a casarme, la boda es mañana. ─respondí con algo de emoción.

─¡Maldición, pensé que Cinco nunca te daría ese jodido anillo, pero no se parece al que...─cortó sus palabras.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora