43| Savage.

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Mi rostro estaba encendido en fuego y había perdido la cuenta de la cantidad de veces que me había venido en la boca del castaño. 

El chico le daba enormes lametones a mi vagina, era como un gatito tomando un plato de leche.

En cuestión de segundo pude verlo ponerse de pies y observarme fijamente mientras se quitaba la camisa lentamente.

Mi respiración estaba completamente agitada, ni siquiera podía pensar con claridad y el calor que emanaban nuestros cuerpos ya se hacía presente en la habitación.

Cinco se pegó a mí mientras dejaba su torso desnudo para mi deleite, deslicé mis manos por su cintura mientras lo tomaba lentamente de la espalda para que no se alejara de mi agarre.

Cinco se pegó a mí mientras dejaba su torso desnudo para mi deleite, deslicé mis manos por su cintura mientras lo tomaba lentamente de la espalda para que no se alejara de mi agarre

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Nos comimos la boca mutuamente, como si nuestras vidas simplemente dependieran de ello. No hubo preguntas, dudas o discusiones. Tras unos deliciosos largos minutos deslizó su mano por debajo de mis muslos y me levantó del escritorio.

Enrollé mis piernas en su torso y procedí a inhalar el aroma de su cabello. Su cuerpo emanaba un delicioso aroma, era una combinación entre café recién hecho y perfume masculino. 

Cinco me arrojó sobre el mueble, di un breve salto pero logré retomar la compostura de inmediato.

Estaba completamente desnuda, fue así que me acomodé el cabello con sensualidad intentando lucir lo mejor posible.

La luz opaca de los bombillos más la claridad que llegaba a través de la ventana generaba una combinación de colores que volvían perfecta la situación.

Pude verlo quitarse lentamente el pantalón, su erección estaba tan firme que probablemente le rompería el bóxer en cualquier momento.

Tomé aire con fuerza por la nariz y lo dejé escapar suavemente a través de mis labios.

Debería ponerme de rodillas frente a él, pero no para darle una mamada, al contrario, lo haría para rezarle a Dios, agradecerle por los alimentos e implorarle que ese trozo de carne fuese mi pan de cada día.

Cinco me miraba fijamente y su expresión hizo que algo en mí deseara que él me la colocara y me la hundiera completita para siempre.

Por alguna extraña razón estaba loca por sentir su piel acariciar mis pezones erectos. 

Suspiré con emoción interna al ver que se quitó la ropa interior de un tiro.

Su miembro salió volando libre logrando que mis ojos se abrieran como platos formando una perfecta O.

Tragué saliva con fuerza al ver que estaba mucho más grande de lo que recordaba.

El grosor y la longitud simplemente no tenían comparación, fue como si su cuerpo se hubiera rejuvenecido pero continuara conservando la polla de un hombre adulto. 

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora