74| Fragmentada.

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Había logrado caminar un par de calles y a medida que avanzaba podía apreciar la forma en que las cosas empezaban a arder en llamas con cada paso que daba.

Las personas de al rededor gritaban sin parar, algunas intentando huir y otras tratando de buscar alguna manera de apagar el fuego. 

La sensación de euforia cada vez se volvía más y más grande, me sentía repleta de vida, era como si los gritos de desesperación me llenaran de energía.

Tenía una gran sonrisa malvada plasmada en el rostro y disfrutaba demasiado la sensación que estaba experimentando, era algo realmente único y especial, no quería que se detuviera jamás.

Las llamas eran tan grandes que se reflejaban en mis pupilas, mismas que se encontraban totalmente dilatadas debido al placer que estaba atravesando en ese preciso momento.

─¡Auxilio! ─exclamaba un pequeño grupo a todo pulmón mientras veían su tienda reduciéndose a cenizas. 

 Seguí andando y fingí demencia mientras utilizaba mis poderes para invocar una ventisca, misma que ayudaría a avivar el fuego.

El caos me causaba tanta felicidad, era algo increíble.

Con cada paso que daba se creaba una grieta en el pavimento y empezaba a salir vapor por debajo del asfalto.

─¡Sabía que causarías problemas! ─escuché un grito a la distancia.

Me detuve ya que reconocí la voz de inmediato.

─¡No me obligues a hacer algo que no quiero, Sydney! ─siguió.

Me giré poco a poco y luego de unos segundos pude verlo directo a los ojos.

─Mírate, eres un héroe intentando salvar el día. ─sonreí con malicia tras analizar el extraño artefacto en forma de rifle que cargaba en los brazos.

─Si detienes todo esto te llevaré con los demás, Cinco arruinó el maletín, eso significa que ahora tendremos que quedarnos aquí. ─se detuvo─. Pero no habrá un aquí si sigues quemando la ciudad. ─añadió.

Hice un puchero fingiendo decepción.

─Ella se está apoderando de ti Sydney, no se lo permitas. ─mencionó mientras me veía con preocupación.

─¡Ya es muy tarde, Diego! ─exclamé─. ¡Nunca me había sentido tan bien como ahora y no pienso renunciar a eso! ─adjunté.

─¡Puedes controlarla, recuerda aquella noche en que intentó quemar la academia pero lograste retomar el poder! ─respondió.

─¡No lo escuches! ─oí dentro de mi cabeza─. ¡Es un maldito mentiroso manipulador! ─agregó.

─¡Sydney, tu no eres la villana en esta historia, no hagas esto, morirán personas inocentes! ─siguió el pelinegro.

─¡Al carajo los inocentes, todos morirán algún día! ─contestó ella en mi oído.

Tensioné la mandíbula y por una breve fracción de segundo tuve claridad.

─¡Trae lluvia, trae lluvia y deja que el agua apague el fuego! ─insistía Diego.

─¡No lo escuches! ─seguía Destiny.

Miré al cielo por unos segundos y de repente todo quedó en completo silencio.

Cerré los puños con fuerza e incliné la cabeza viendo la forma en que los nubarrones empezaban a acercarse.

─¡No! ─gritó ella─. ¡No lo hagas! ─insistió.

En cuestión de segundos empecé a tener sentimientos encontrados, era una combinación entre miedo y placer.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora