46| My Hero.

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No podía darme por vencido tan rápido, fue así que pensé en encontrar una rápida solución.

Con mucho esfuerzo logré deslizarme hasta una de las gavetas de la encimera, la tomé y la arrojé al suelo.

Había una vieja caja de lo que al parecer eran galletas, la abrí y suspiré aliviada al ver que en realidad habían un montón de hilos y agujas en su interior. 

─¡Allison! ─grité su nombre con esfuerzo─. ¡Tranquila, iré pronto, todo estará bien! ─adjunté.

Me temblaban las manos pero sin embargo logré ensartar con éxito un gran trozo de hilo en el extremo de una de las agujas más gruesas que encontré.

Estiré la mano para tomar una gran cuchara de palo que estaba cerca, luego la puse en mi boca para evitar romperme los dientes cuando sintiera la segunda descarga de dolor que se aproximaba. 

Tomé el vidrio y suspiré con fuerza, conté hasta tres mentalmente y sin decir más lo saqué de un tirón.

Presioné la mandíbula de inmediato intentando soportar el sufrimiento y un rio de sangre comenzó a salir de mi pierna.

Tomé la aguja y la clavé en la zona, la acomodé y finalmente comencé a realizarme una improvisada sutura casera.

En cuestión de minutos logré cerrar la herida a la perfección, sin embargo aún seguía sufriendo a causa del disparo.

Una vez con la pierna lista me arrastré nuevamente hasta el pasillo en busca de llegar a Allison. Iba dejando un sendero de sangre por todo el camino pero luchaba desesperadamente por intentar salvar a mi hermana.

El silencio era aterrador pero en cuanto logré llegar hasta la morena sentí que se me detuvo el corazón.

Estaba tirada en el suelo, inconsciente y bordeada por un charco de sangre.

Me aterré de inmediato y procedí a tocar su cuello intentando descubrir si aún tenía pulso.

Suspiré medianamente aliviada al ver que su corazón aún palpitaba, estaba en estado crítico pero aún seguía con vida.

─Allison, por favor, abre los ojos. ─supliqué mientras tomaba su mano.

Algunas lágrimas se deslizaron por mis ojos.

─La ayuda viene en camino, por favor abre los ojos. ─continué.

Por un segundo estuve plenamente segura de que la chica moriría en cualquier instante. 

Me tiré a un lado y sin poder hacer más me dejé caer sin fuerzas.

Sentía el rostro helado y era como si mi cuerpo estuviese levitando sobre una nube. 

Cerré los ojos un instante mientras me encontraba aferrada a la mano de Allison como si mi vida dependiera de ello.

El dolor se agudizaba cada vez más y se hacían presentes unos fuertes retorcijones de estómago.

Escuché un estruendo a lo lejos, supuse que sería el viento golpeando los árboles pero tras unos instantes una voz masculina rompió las masas de aire.

─¡Sydney! ─escuché.

Abrí los ojos lentamente y giré la cabeza para toparme con Luther, Diego, Klaus y Cinco posados bajo el umbral de la puerta. 

Luego de unos segundos pude ver al castaño correr en mi dirección a toda velocidad para analizar la escena con más detenimiento.

─¡Allison! ─gritó Luther acercándose a la chica.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora