75| El Fin de Algo.

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Mientras el terror se sentía en el aire pude ver al resto de mis hermanos aparecer en la habitación mientras se apiñaban para mirar a través de la ventana.

─¿Y bien? ─introdujo Luther─. ¿Ahora qué haremos? ─preguntó.

─Tenemos que averiguar qué es lo que realmente quiere. ─contestó Cinco─. Si hablamos con ella quizás podamos llegar a un acuerdo. ─adjuntó.

─Está bien, prepárense, debemos estar alerta en caso de que intente jugar sucio como siempre. ─resopló Diego.

Todos asintieron y empezaron a salir de la habitación, fue así que intenté seguirles el paso hasta que Cinco me detuvo.

─No, tu no irás a ninguna parte. ─decretó─. No tienes energía y no puedo arriesgarme a que te pase algo a ti o al bebé. ─añadió.

Fruncí levemente el ceño de inmediato.

─Pero...─intenté llevarle la contraria.

─¡Sydney! ─exclamó acercándose y tomando mis mejillas con delicadeza para acercar su rostro al mío─. Sydney, por favor, no me hagas esto ahora. ─dijo casi que entre súplicas mientras bajaba la voz.

Me quedé en completo silencio escuchando lo que decía.

─Sólo...─tartamudeó─. Por favor, quédate aquí, volveré enseguida. ─añadió.

Arrugué la boca y luego de pensarlo por unos minutos finalmente accedí.

─De acuerdo. ─contesté.

Él me miró fijamente, bajó la vista hasta mis labios y finalmente me besó.

Podía sentir a Ryan moviéndose con firmeza dentro de mi vientre, al parecer también se emocionaba cuando su padre estaba cerca.

Cuando el castaño me soltó de su agarre pude verlo empezar a caminar rumbo a la salida pero antes de cruzar el umbral detuvo sus pasos.

Lo observé en silencio mientras se llevaba la mano al bolsillo del traje y sacaba algo de su interior.

Era la cinta, al parecer la había encontrado dentro de mi sostén cuando me quitó la ropa momentos antes.

─No sé lo que pueda pasar así que quizás... ─se detuvo─. Quizás quieras verla antes de que sea demasiado tarde. ─adjuntó.

Y sin hacer contacto visual conmigo sólo la puso sobre la pequeña mesa junto al umbral para finalmente abandonar la habitación tras cerrar la puerta detrás de sí. 

Un nudo se formó en mi garganta ocasionándome un montón de sentimientos encontrados, realmente quería que toda esta pesadilla terminara.

Me acerqué para tomar el casete, se veía algo maltratado pero claramente aún servía, deslicé mis manos suavemente sobre él y de repente algunas lágrimas se escurrieron por mis ojos.

Giré la cabeza y pude ver que había un viejo televisor en la esquina de la habitación que por suerte tenía espacio para leer casetes, fue así que caminé hasta él, lo conecté e introduje la cinta en la ranura correspondiente. 

Empecé a buscar el control remoto por todos lados y luego de unos segundos lo encontré junto a una pequeña lámpara.

Caminé en reversa hasta poder sentarme en la cama, fue así que pensé en Cinco por unos instantes y finalmente encendí la pantalla.

Todo estaba oscuro hasta que se escuchó una voz.

─Bien, cinta para Ryan, grabando, uno dos tres. ─emitió alguien.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora