𝟵𝟭| 𝗘𝗦𝗙𝗘𝗥𝗔 𝗗𝗘 𝗗𝗬𝗦𝗢𝗡.

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─Escucha, por más que quisiera sentarme y averiguar lo que le pasa a mis poderes...

─Este es tu deber Sydney, jamás descubrirás de qué eres capaz a menos que te tomes el tiempo suficiente como para conocerte a ti misma. ─me interrumpió papá tan serio como de costumbre.

─Lo sé, pero ese es el problema, necesito tiempo y eso es algo que no tengo, el mundo se está yendo al carajo y sé que le prometí a Klaus que vendríamos hasta aquí para investigar sobre nosotros, pero mientras tú estás aquí tratando de descifrar lo que soy... ─tomé una breve pausa y sentí que se me fue el aire─. Mientras estoy aquí perdiendo el tiempo podría aprovechar y pasar el rato con Cinco y nuestro hijo; demostrarle a mi familia lo importantes que fueron en mi vida antes de que sea demasiado tarde.

Miré a Klaus y noté que estaba cabizbajo, como si a pesar de todo me amara tanto como para respetar mi decisión, incluso aunque no estuviera completamente de acuerdo con ella.

─Si eso es lo que quieres entonces está bien, no puedo obligarte. ─contestó el viejo acomodándose el traje elegantemente─. Pero sólo quiero que sepas que aunque ni siquiera tú misma eres capaz de reconocer la responsabilidad tan gigante que conlleva tener poderes tan fascinantes como los tuyos, cuando llegue el momento de sacar las garras espero que sepas controlarlos muy bien, porque básicamente eres una bomba y ante el mínimo error podrías explotar, poniendo en peligro no sólo tú vida, sino también la de las personas que... amas.

El sujeto se dio la vuelta y procedió a caminar rumbo a la autopista, donde un muy bien conservado auto clásico lo esperaba a un lado de la carretera.

─Hermes. ─susurré tras alcanzar a leer las letras grabadas en la placa trasera, misma que seguía siendo igual a la que usaba papá en 2019, pero en nuestro 2019; en el 2019 original.

El anciano se acercó al coche y al notar que tanto Klaus como yo seguíamos sin mover ni un pelo frunció el ceño y se acomodó el monóculo claramente exasperado. 

─¿Qué están esperando para subir al auto?

Klaus y yo nos miramos por unos segundos y finalmente empezamos a caminar, luego de unos minutos ya nos encontrábamos acomodados en el asiento trasero mientras nuestro padre de una línea del tiempo diferente conducía de regreso a la ciudad.

─Bien, dense prisa, nos están esperando adentro. ─mencionó tras apagar el motor frente a las puertas de la academia. 

─¿Esperando? ─repetí confundida─. ¿Quiénes?

─Antes de abandonar la ciudad recibí un mensaje de uno de los tuyos, al parecer fueron inteligentes y decidieron entregar al culpable de la muerte de dos de mis hijos, así que decidimos hacer una reunión familiar y juntar a los Umbrella con los Sparrow.

Papá descendió del coche a toda velocidad, Klaus y yo le seguimos el paso y sin quejarnos del terrible frío que golpeaba las solitarias calles de Toronto cruzamos el umbral de la mansión para finalmente dirigirnos a la sala. 

─¡Sydney! ─un grito llegó a mis oídos y mi corazón dio un vuelco al descubrir que era Cinco.

─Cariño... ─emití con un hilo de voz en cuanto su cálido cuerpo envolvió el mío.

─¿Dónde estabas?, llevamos más de dos horas esperándolos. 

─Yo... yo...

Y los recuerdos de lo que vi en aquel sueño golpeó mi memoria una vez más, la manera en la que Cinco había dejado de lucir como un joven que disfrutaba la flor de su juventud y ahora lucía como un sujeto de treinta y tantos, con un limpio bigote castaño y cejas gruesas que descansaban sobre unos cansados y brillantes ojos verdes. 

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora