𝟴𝟬| 𝗘𝗟 𝗚𝗔𝗧𝗢 𝗬 𝗟𝗔 𝗕𝗢𝗟𝗔 𝗗𝗘 𝗘𝗦𝗧𝗔𝗠𝗕𝗥𝗘.

343 84 62
                                    

─¡Dios, esto no puede estar pasando de nuevo! ─gritó el chico totalmente furioso luego de aparcar el auto una vez más frente al hotel Obsidian tras conducir por casi una hora de regreso a Toronto.

El castaño empezó a desempacar nuestras cosas a toda velocidad mientras no paraba de quejarse y discutir con Klaus así que decidí entrar al hotel a toda velocidad, todo estaba aparentemente en calma pero en cuanto di un par de pasos logré escuchar gritos al fondo. 

─¡No está, simplemente no está, no es mi hija, no tengo ni la menor idea de lo que está pasando! ─oí una voz femenina que me hizo vibrar los tímpanos de inmediato. 

Era Allison, misma que se encontraba totalmente histérica frente a Diego y su hijo mientras Viktor trataba de consolarla. 

─Syd, volviste. ─la voz de Número Siete hizo que Diego se girara en mi dirección. 

El pelinegro me miró con cautela por unos segundos y luego un suspiro de alivio salió disparado de su boca.

─Sydney... ─musitó acercándose lentamente.

Me quedé mirándolo fijamente y mil cosas pasaron por mi mente, el hecho de saber que realmente... realmente teníamos que atravesar otro apocalipsis era algo que me aterraba de sólo imaginarlo. 

La línea del tiempo había cambiado así que nadie podía asegurarme que viviríamos, era como tener que enfrentarnos una vez más al fin del mundo pero con las manos atadas y los ojos vendados. 

¿Qué pasaría con nosotros?

¿Qué pasaría con mi familia?

¿Qué pasaría con mi hijo?

─El... ─tartamudeé un poco─. El apocalipsis regresó. ─dije sintiendo un par de lágrimas desbordar mis ojos. 

La habitación quedó en completo silencio y sus rostros cambiaron drásticamente. 

Diego tragó saliva con fuerza y luego de lograr procesar con claridad las palabras que terminaban de salir de mi boca finalmente se acercó y me rodeó con sus brazos delicadamente acomodando mi cabeza sobre su pecho. 

─Tranquila, ya pasamos por esto, vamos a solucionarlo otra vez. ─susurró intentando calmarme mientras me acariciaba el cabello con dulzura. 

Cerré los ojos e inspiré profundo tratando de contener el llanto pero los repentinos gritos de Allison me hicieron interrumpir abruptamente mis escasos segundos de paz.

─¡Todo esto es tu culpa, dijiste que volveríamos a casa y ahora estamos varados en una maldita línea del tiempo donde ni siquiera existe mi hija! 

Me aparté de Diego lentamente y descubrí que la mujer estaba señalando a Cinco mientras se acercaba a él totalmente furiosa. 

─¡¿De qué estás hablando?! ─respondió el otro─. ¡Nada de esto es mi culpa, creamos una paradoja accidentalmente Allison, y yo también termino de enterarme de todo esto así que cálmate un poco! 

─¡¿Qué me calme un poco?! ─repitió viéndolo con odio─. ¡Mi hija no existe, terminamos de llegar y ya debemos enfrentarnos a otro jodido apocalipsis!

─¡Ya te lo dije, no es mi culpa, creo que hubo un fallo en la línea del tiempo y terminamos llegando a una realidad en la que nuestras madres fueron asesinadas antes de que naciéramos, así que al parecer las otras versiones de nosotros mismos que debieron nacer en el 89 tampoco existen!

─Wow, espera, ¿De qué estás hablando? ─preguntó Viktor.

─¡No entiendo con exactitud qué demonios está pasando, ya se los dije, recién termino de enterarme de todo esto, sólo puedo decirles que al parecer hay algo que está absorbiendo las cosas! ─contestó Cinco.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora