36| Demencia.

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La vena en mi cuello estaba a punto de explotar, simplemente Nick había liberado la gota que derramó el vaso.

Cerré la tapa de la computadora y en un ataque de ira la tomé y la aventé contra la pared con todas mis fuerzas ocasionando que el aparato se reventara en mil pedazos. 

Salí al pasillo y procedí a caminar rumbo a las escaleras, sólo podía pensar en una cosa: Nick.

Iba cruzando por una de las habitaciones y descubrí que Klaus y Diego estaban al interior de una de ellas.

Fruncí el ceño confundida al ver que Número Cuatro estaba amarrado a una silla con cuerda azul mientras Diego le tentaba el hombro y lo veía fijamente.

Fruncí el ceño confundida al ver que Número Cuatro estaba amarrado a una silla con cuerda azul mientras Diego le tentaba el hombro y lo veía fijamente

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─La palabra Demencia sin duda alguna fue creada en inspiración a la familia Hargreeves. ─musité.

Los dos levantaron la vista y me enfocaron de inmediato.

─Iré a solucionar un asunto. ─me detuve─. Si no regreso en tres horas no pierdan su tiempo en ir a buscarme. ─solté .

Se quedaron en silencio y luego Diego se apresuró a dirigirme la palabra.

─¡Hey, espera! ─exclamó el pelinegro─. ¿A dónde vas? ─me cuestionó.

Lo ignoré por completo y me dispuse a seguir con mi camino.

Caminé hasta las escaleras mientras escuchaba los pasos de Diego ir detrás de mi.

─Syd, detente. ─ordenó tomándome del brazo con firmeza─. ¿Qué pasa? ─demandó saber.

Tragué saliva con fuerza y giré mi atención a él.

Una lagrima se deslizó por mi pómulo.

─Es Nick. ─solté de golpe.

Pude verlo fruncir el ceño confundido.

─¡¿Qué te hizo ese imbécil?! ─gritó─. ¡Voy a matarlo ahora mismo! ─adjuntó intentando bajar las escaleras junto a mi pero lo detuve de inmediato.

─Lo haré sola. ─me detuve─. Siempre lo hago sola. ─adjunté.

El pelinegro me observó fijamente.

─Mierda, ¿Qué pasó? ─insistió.

Suspiré con fuerza.

─Volveré pronto. ─respondí.

Antes de que pudiera seguir con mi camino el chico me lo impidió.

─Espera. ─se detuvo─. Si no puedo ir contigo entonces lleva esto. ─dijo mientras se llevaba la mano al arnés, tomaba un cuchillo y lo extendía hacia mi.

─Sabes que no lo necesito. ─me negué.

─Lo sé, pero al menos tendrás algo mío y sabrás que no estás completamente sola. ─expresó.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora