8| Griddy's.

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Mientras centraba mi atención en la carretera encendí la radio, la canción que estaba sonando era Throat Baby Remix de BRS Kash.

─Amo esa canción. ─dijo Klaus con una enorme sonrisa inclinándose para subir el volumen.

Solté una breve carcajada que aligeró el ambiente.

La letra del tema era bastante gráfico en el ámbito sexual pero sin embargo debo admitir que tenía un muy buen ritmo.

Venía mi parte favorita de la canción así que sin decir más procedí a cantar a todo pulmón y Klaus me siguió la corriente.

─¡Me gusta que me follen como a una puta, ven aquí papi, deja que me coma tu polla completa! ─expresamos ambos al unísono siguiendo la letra de la música.

Finalmente terminamos por soltar una carcajada que retumbó en el coche, sin embargo Cinco iba completamente serio.

─Dios, te extrañé mucho Klaus. ─confesé─. No soportaría más tiempo sin estar con mi mejor amigo. ─añadí.

Levanté suavemente mi mano y Klaus colocó la suya sobre la mía, fue así que procedí a dejar un beso sobre su mano para expresarle mi amor.

─Yo también te extrañé mucho hermanita. ─se detuvo─. Por cierto, necesito que me des un autógrafo, ya sabes, para mi colección. ─añadió con emoción.

Reí soltando su mano de mi agarre.

─¿Estás financiando sus vicios? ─interrumpió Cinco observándome fijamente. 

Fruncí el ceño ante su pregunta tan fuera de lugar.

─Klaus está intentando rehabilitarse, y no sé tú pero yo sí tengo fe en él. ─respondí tras fulminarlo con la mirada.

─Ahora sólo fumo hierva de vez en cuando, ya dejé la heroína y el éxtasis. ─contestó el pelinegro desde el asiento trasero. 

Lo miré a través del vidrio del retrovisor.

─Estoy aquí para ti y lo sabes. ─expresé con total honestidad─. Si quieres podemos irnos de vacaciones el otro mes. ─me detuve─. Me contrataron para un concierto privado en las Bahamas, después de mis compromisos podremos irnos de fiesta juntos. ─seguí.

─¿Las Bahamas? ─repitió Número Cuatro─. ¡Claro que sí! ─accedió sin más.

─Claro, como si fuésemos a seguir viviendo de aquí a dos semanas. ─interpuso Cinco.

¿Pero qué carajos?

─¿De qué mierda estás hablando? ─lo cuestioné.

El chico tensionó la mandíbula.

─Nada. ─respondió arrugando los labios. 

Coloqué los ojos en blanco y suspiré con frustración. 

Seguí conduciendo en completo silencio, habíamos llegado relativamente rápido, aparqué el auto frente a Griddy's y los tres descendimos del coche.

El lugar lucía exactamente igual a cuando tenía doce años, la única diferencia es que la pintura de las paredes lucía estar recientemente barnizada. 

 

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EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora