31| Promesas.

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─Bien, ahora que sabemos que todo está bien entonces creo que lo mejor es que nos vayamos. ─mencionó el tal Leonard mientras sostenía la mano de Vanya.

─Sí, creo que eso sería una buena idea. ─lo apoyé.

─De acuerdo chicos, los veré luego. ─expresó Número Siete.

La pelinegra se giró sobre sus talones y antes de que pudiera dar un paso regresó su atención a nosotros.

─Por cierto, abrieron las audiciones a primer violín en la orquesta. ─tomó una pausa─. Sé que todo está algo complicado pero participaré, espero ganar el puesto. ─finalizó.

─Buena suerte. ─solté de golpe.

La chica sonrió suavemente.

─Gracias. ─contestó sin más.

Finalmente pudimos verla darse media vuelta y caminar en dirección a la salida con su aparentemente nuevo novio para finalmente abandonar el lugar.

Suspiré con frustración.

─¿Alguno de ustedes conoce a ese hombre? ─pregunté en voz alta.

─Vanya lo trajo a cenar anoche, es un completo idiota. ─expresó Allison─. Nos hizo algunas preguntas muy extrañas y no paraba de hablar sobre papá. ─continuó.

Fruncí el ceño.

─¿Qué tipo de preguntas exactamente? ─demandé saber.

─Acerca de nuestras habilidades. ─contestó─. Y sobre el resto de los chicos con poderes que nacieron igual que nosotros. ─añadió.

Tensioné la mandíbula. 

─¿Creen que quizás sólo esté usando a Vanya? ─interpuse─. No lo sé, quizás está aprovechando el hecho de que puede salir con una Hargreeves. ─seguí.

─Le hice algunas preguntas sobre su pasado pero cambió algunos detalles en sus historias varias veces. ─comentó Luther─. A lo mejor y está ocultando algo. ─anexó.

─Yo lo encontré revisando la repisa de los juguetes coleccionables de papá. ─intervino Allison nuevamente─. Y esta mañana descubrí que hacía falta una pieza, exactamente la figura de acción del Señor Monóculo. ─añadió.

Fruncí el ceño.

─¿Crees que ese idiota se lo haya robado? ─continué.

─No veo otra respuesta ante la misteriosa desaparición. ─respondió ella─. Nadie más ha caminado hasta esa zona de la casa a excepción de él. ─agregó.

Observé al cielo con frustración por unos instantes. 

─Deberíamos investigarlo. ─sugerí─. Ya saben todo lo que pasó con el último novio de Vanya. ─seguí.

─Creo que es una buena idea, Vanya nunca sabe elegir bien a sus parejas, todos resultan estar locos o con algún problema de la cabeza. ─contestó la morena─. Iré a comprar algunas cosas en el centro, llegaré a la biblioteca y buscaré información sobre ese tal Leonard Peabody. ─dijo.

─De acuerdo. ─respondí.

─Por cierto, realmente me hace muy feliz saber que estás viva. ─mencionó la chica acercándose a mi y envolviendo mi cuerpo entre sus brazos.

Su aroma a perfume costoso golpeó de inmediato mis fosas nasales. 

─Nada sería lo mismo sin ti, hermanita. ─continuó.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora