𝟴𝟯| 𝗘𝗟 𝗠𝗢𝗠𝗘𝗡𝗧𝗢 𝗟𝗟𝗘𝗚𝗢́.

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Nos quedamos por unos largos minutos analizando la situación hasta que un grito atrapó nuestra atención.

─¡Oh no! 

Levanté la mirada y pude ver a Klaus cruzando el umbral de la entrada mientras se tambaleaba de un lado a otro, vestía un extraño atuendo y no pude evitar fruncir el ceño tras percibir el fétido aroma que desprendía su ropa. 

─¿Qué pasó? ¿Viktor se puso loquito de nuevo?

─No fuimos nosotros, fue él. ─Allison me arrebató la palabra tras apuntar con la cabeza en dirección al anciano que seguía inmóvil junto al mostrador. 

─Es... es Harlan. ─tartamudeó Viktor acercándose lentamente a él pero no alcanzó a dar ni tres pasos cuando el sujeto se lo impidió.

─¡No, no, no! ─gritó levantando sus manos para detenerlo─. No se me acerquen, por favor, no me toquen. 

─¿Cómo es que tiene poderes? ─demandé saber girándome hacia ellos. 

─Yo... es una larga historia. ─contestó con la mirada fija en el suelo.

─¿Cómo es que sigues conservando tus poderes? ─insistió Viktor tratando de comprender la situación. 

En medio del silencio escuchamos un quejido al otro lado de la habitación, fue allí cuando descubrí que había otra de las Sparrow tirada en el suelo la cual estaba incorporándose lentamente.

─Sloane... ─musitó Luther acercándose para ayudarla. 

─Oh, genial, premio triple. ─salté apuntando mi mano en dirección a ella pero antes de que pudiera liberarle una descarga eléctrica que le fundiría el cerebro de inmediato recordé que estaba agotada.

─¡Espera, espera! ─gritó Número Uno aterrorizado─. ¡Sydney, no le hagas daño, ella es una buena persona!

─¿Buena persona? ─repetí entre burlas─. ¿Acaso olvidas que estos hijos de puta vinieron hasta aquí para matarnos?, de no ser por el viejito decrépito probablemente los cadáveres en la habitación serían los de nosotros. 

La chica se puso de pies y se tomó el brazo con fuerza, evidentemente le dolía.

─Sloane, ¿Estás bien? ─insistió el rubio preocupado. 

─Vamos, mátala Luther. 

Ella estaba pálida como un papel y mientras una gota de sangre se deslizaba por su labio me miró aterrada, no fue capaz de emitir ni una sola palabra y en medio de la escena dio media vuelta y se echó a correr a toda velocidad.

─¡Se te escapa, imbécil, vamos, ve por esa perra y rómpela a la mitad! ─grité frustrada al ver que la desconocida huía de la zona escaleras arriba. 

En un parpadeo Luther decidió correr tras la chica mientras Diego y Allison le seguían el paso, el anciano desapareció por el pasillo totalmente horrorizado mientras un muy asustado Viktor iba tras él. 

─¿Y ahora qué? ─dijo Klaus acomodándose las manos en la cintura. 

Inspiré profundo y una vez más ese asqueroso aroma me torturó las fosas nasales causando que se me revolviera el estómago. 

─¿Qué te parece si tomas un baño? ─gruñí tratando de contener las lágrimas. 

─Sí... creo que eso sería una brillante idea. ─me apoyó Stan mientras se apretaba la nariz.

Qué inteligente.

─Bueno, tienen razón, supongo que...

Y mientras mi cerebro disociaba la voz de Klaus empezó a escucharse cada vez más y más lejos, sentí una presión en el pecho y fue como si me hubieran apretujado el corazón, fue así que me llevé la mano a la zona y con algo de dificultad logré llegar a uno de los muebles del lobby y me dejé caer exhausta.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora