64| I'm So Sorry.

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Tal y como lo esperé los di Valastro encontraron la carta y finalmente se marcharon.

Sentí que la noche se esfumó en un parpadeo y la mañana llegó relativamente rápido luego de quedarme hasta altas horas de la madrugada pasando el rato con Cinco.

No tuve el valor de revisar mi vestido de bodas así que simplemente intenté ignorar la curiosidad y fingir que no estaba a tan solo un par de habitaciones de distancia de esa probablemente obra de arte.

Salí de la ducha y mientras buscaba ropa limpia para vestirme procedí a llamarlo para intentar despertarlo.

Aún me dolían un poco las piernas así que pensé en tomar un té de lavanda.

─Vamos, necesito que te levantes, tengo que ir a la estación para intentar hablar con los oficiales, debo liberar a Tim y a Giorgi. ─expresé mientras me ponía las bragas.

El castaño sólo se dio media vuelta en la cama y se acomodó para seguir durmiendo. 

─Cinco, vamos, levántate

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─Cinco, vamos, levántate. ─insistí─. Son casi las diez de la mañana, no puedes quedarte aquí todo el día. ─continué.

El ojiverde ni se inmutaba, sólo estaba allí fundido como un tronco.

Miré al cielo con frustración y sin decir más me acerqué a la orilla de la cama y me posé junto a él.

Acerqué mi mano a su nariz y con ayuda de mis dedos le apreté los orificios nasales para intentar cortar su respiración.

Fruncí el seño confundida al ver que para mi sorpresa eso tampoco lo hizo despertar.

─¿Cinco? ─lo miré extrañada tras soltarlo de mi agarre y ver que aún no se movía.

No transcurrieron ni diez segundos cuando lo vi abrir los ojos como platos, soltar un grito y tomarme de la cintura con firmeza para tirarme en la cama junto a él.

Empecé a reír y en cuanto me giré para verlo me posó un beso en la boca.

─Idiota. ─me burlé.

─No quiero salir de la cama. ─expresó─. Desearía congelar este momento para siempre. ─continuó.

Me quedé en silencio unos segundos mientras lo veía fijamente.

Él deslizó su mano por mi mejilla, acomodó algunas hebras de cabello detrás de mi oreja y finalmente me clavó otro beso en la boca.

─Te amo. ─dijo sin más.

Una sonrisa se formo en mis labios.

─Y yo a ti. ─contesté.

Solté un suave suspiro y sin decir más me incorporé para intentar terminar de vestirme.

Pude escucharlo bufar exhausto a mis espaldas.

─¿En serio harás esto? ─demandó saber.

─Sí. ─respondí enseguida.

EL MISTERIO DE QUEBEC © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora