El Pecado del Alquimista 7 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 31

Aria

3 de Septiembre – 10:41 AM

Liyue – Pantano Dihua – Casa de Albedo y Aria

Al tenía una importante investigación pendiente que yo era incapaz de entender, pero tenía flores metidas en pequeños frascos y hacía pequeñas reacciones en un plato que desprendían pequeñas chispas. Yo, aunque no comprendiera palabra, tomaba asiento junto a su mesa del laboratorio y le preguntaba lo que estaba haciendo.

Con la cabeza apoyada sobre mi mano, me perdía con el sonido de su voz y en la ilusión que transmitían sus ojos cuando hablaba sobre lo que tanto le apasionaba.

-Albedo: y si consigues transmutar en un nivel más bajo que esta... -pronunció un término que ni siquiera pude descifrar-, ¡aquí está! –le brillaron los ojos ante los viales y caminó hacia la estantería una vez más.

Veía cómo su casaca se removía ante los continuos movimientos.

"Oh, su cabello", me fijé en que su trenza se estaba desenredando y me levanté, para encaminarme hacia él.

Estaba tan enfrascado en sus muestras que no vio venir que estaba detrás de él y acabó chocando conmigo. Por fortuna, pese a que se resbalara uno de los frascos, yo pude agarrarlo antes de que cayera.

-Aria: ¿te he sacado de tu ensimismamiento? –bromeé, devolviendo aquel cristal a su mano.

Rió.

-Albedo: más bien –me observó detenidamente-, ahora estoy en otro tipo de ensimismamiento –dejó lo que llevaba encima en la estantería y rodeó mi cintura con sus manos.

-Aria: ¿no deberías continuar con tu trabajo? Te veías tan... -busqué el término adecuado- maravillado.

-Albedo: nada me maravilla más que tú –manifestó, provocándome un placentero escalofrío con su aterciopelada voz.

Nos besamos por unos mágicos segundos, en los que ambos quedamos atontados. Parecía que hasta el tiempo se detenía cuando él me tocaba.

Después de brindarme una sonrisa maliciosa que me hizo arder, llevó su boca a mi cuello y comenzó a lamer mi piel.

Disfrutando de su excitante tacto, ni siquiera me di cuenta de cuándo había desabotonado ya los primeros botones de mi vestido.

-Aria: ¿vas a comerme aquí? –pregunté, pícara, refiriéndome a su laboratorio.

-Albedo: quizá... -realizó una sonrisa juguetona- sea conveniente explorarte antes de continuar con mi investigación –fingió hablar con la seriedad del Jefe Alquimista.

Mi libido enloqueció.

-Aria: ¿ah, sí? –expresé con elevada pillería, metiéndome de lleno en la excitante "situación"-. ¿Qué debería hacer para facilitarle la exploración a tan reputado alquimista?

Y fue evidente: su libido también enloqueció.