El Pecado del Alquimista 7 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 27

Nathaniel

1 de Septiembre – 23:51 PM

Inazuma – Afueras Ciudad de Inazuma

Podía parecer una tontería, pero aquel gesto de gratitud que recibí del mismísimo adeptus me otorgó una intensa dicha. Una dicha que me colmó por completo y que devolvió cierta paz a mi entonces herido corazón.

No pude contenerme más: me dirigí hacia él y coloqué mis manos, delicadamente, sobre sus mejillas.

Admiré sus ojos dorados y me perdí en ellos.

-Nathaniel: ¿puedo darte un beso? –pregunté, con cierta desesperación.

Frunció el ceño.

-Xiao: después de tanto tiempo robándolos, ¿ahora me pides permiso?

"Oh... ¿Siempre los tuve que robar?", me resultó divertida aquella forma que tenía de autoengañarse y, enternecido, acabé de nuevo en sus labios.

Con el canto de la fauna nocturna escuchándose a nuestro derredor, nos fundimos en un lento pero apasionado beso.

Un maravilloso beso... que fue interrumpido por un ruido que no correspondía a la sencilla naturaleza.

"¿Qué ha sido eso?", me pregunté, ante lo que pareció un saco cayendo al suelo.

***

Kujou Sara

1 de Septiembre – 23:58 PM

Inazuma – Afueras Ciudad de Inazuma

¿Veneno? ¿Qué tan desesperados estaban los rebeldes para usar el veneno como táctica? Su desvergüenza no tenía ya límites.

En cuanto me percaté de que podrían haber envenenado los alimentos que había ingerido aquella mañana, me separé del resto del grupo. Si iba a morir, al menos no permitiría que me transformaran en un estorbo. Temía que nuestro enemigo aprovechara mi desfallecimiento para hacer cundir el pánico entre mis filas, así que, sencillamente, desaparecí antes de que ocurriera.

Caí en un bosque no muy lejos de la ciudad y esperé la muerte. Desde allí, podía ver el palacio de mi venerada Shogun, así que sería una buena imagen final que llevarme a la tumba.

-¿?: ¡oye! –escuché en las cercanías-. ¡¿Estás bien?!

Era un joven pelirrubio que, inquieto por mi deplorable estado, corrió a mi encuentro. Llevaba consigo una mochila, que se quitó de encima rápidamente para dejarla junto a mí.

-Sara: no pretenderás tocarme sin identificarte, ¿verdad? –repliqué con las pocas fuerzas que me quedaban.

Yacía en el suelo, y podía verlo a duras penas con una visión que se volvía cada vez más borrosa.

No tardé en perder el conocimiento.