Capítulo 35

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Tartaglia

4 de Septiembre – 10:01 AM

Liyue – Ciudad – Casa de Tartaglia

Me emocioné cuando, al abrir la puerta, encontré a Aria frente a mí. Tuve que darme unos segundos para recomponerme de la impresión y poder articular palabra. No obstante, no venía sola.

De hecho, venía, DE LA MANO, con el maldito dragón. Y lo peor: no exhibían aquello como un gesto cruelmente deliberado ante mí. Parecía un sencillo gesto ya inconsciente para ellos dos.

"Qué imagen tan vil...", pensé, conteniendo mi furia.

-Aria: siento aparecer así de repente en tu casa, Tartaglia –expresó, seria-, pero sé que ayudaste a Nathaniel a llegar a Inazuma.

Debí imaginar que una madre no tardaría en seguir los pasos de su hijo. ¿Cuánto más sabría de lo sucedido?

Suspiré.

-Tartaglia: pasad –invité, con una tonta sonrisa. Al fin y al cabo, verla de nuevo tan de cerca era una alegría igualmente.

Los recibí en mi salón. Un salón que debía traer a ambos muchos recuerdos: habíamos tenido un pasado mutuo y, habitualmente, tenso. Sin embargo, había cosas más importantes que los sucesos que compartimos en su día: Kairi.

-Tartaglia: sí, ayudé a Nathaniel a llegar a Inazuma junto a Xiao –tomé asiento en un sillón, y ellos lo hicieron, juntos, en el sofá de enfrente-. Yo también acudiré allí esta misma noche con un nuevo barco –añadí, con la misma seriedad que caracterizaba ahora el ambiente.

-Aria: necesitamos ir con ellos, Tartaglia –fue directa-. No quería tener que pedirte ningún favor –y también sincera-, pero son mis hijos y parece que no es nada sencillo llegar hasta allí.

Asentí con la cabeza y crucé mis brazos.

-Tartaglia: no, no es nada sencillo. Todo debe estar meticulosamente preparado, sobre todo burocráticamente y... siendo impulsado con algún que otro contacto –maticé, honestamente-. Pero podría considerar enviaros en el próximo barco de unos días –había pasado un buen tiempo y yo seguía siendo incapaz de negar sus deseos.

Desde el otro lado de la mesa de centro, me di un tiempo para contemplarla mientras ella pensaba su respuesta.

"Hermosa, como el primer día", me fue inevitable no pensar.

Y me debieron brillar los ojos, porque recibí, instantáneamente, una feroz mirada del dragón. Ambos compartimos un instante de hostilidad en silencio, sin que ella se percatara de nada debido a su brevedad.

-Aria: ¿no sería posible ir esta misma noche contigo? –preguntó, visiblemente inquieta.

-Tartaglia: ya no daría tiempo a registraros en todos los documentos que deberíamos rellenar, aunque... -lo pensé un poco más- si fueras tú como mi acompañante, quizá no habría problema.

Se dio un sepulcral silencio.

-Albedo: no –sólo habló para defender su "territorio".

No me sorprendió.

-Aria: pero... -miró al pelirrubio con ojos de súplica.

-Albedo: no –fue inamovible.

Su desconfianza hacia mí era evidente, pese a que su hijo y su sobrina hubieran depositado ya toda su confianza en mí. Sin importar el pasar de los años, nos seguiríamos odiando hasta la muerte, y quizá más allá de la misma.

-Aria: ¡pero Al! –su instinto maternal siguió insistiendo.

Entonces, él posó una de sus manos sobre su mejilla derecha y le sonrió con una sorprendente ternura.

-Albedo: Nathaniel sabe cuidarse y estará haciendo lo mejor para proteger a Kairi –comentó, con cierto orgullo-. Podemos esperar unos días, y así evitar ponerte en riesgo.

"Ponerte en riesgo", resonó en mi cabeza, aunque no podía culparlo del todo. Yo tampoco hubiese permitido que la mujer que amaba se fuera sola con otro hombre en calidad de "acompañante".

Sin embargo, realmente estaba decidido a portarme como Aria merecía. Así se lo prometí cuando se recuperó de las dolencias del Averno, y así seguiría. No insultaría la segunda oportunidad que me brindó, por nada del mundo. Por tanto, debía olvidarme de regímenes extraños, y usar otras técnicas menos directas, sin importar lo que tardara.

-Aria: ... está bien –incluso se sonrojó ante su contacto. Él sabía cómo convencerla fácilmente.

"Maldita envidia", me dio un pequeño tic en el ojo.

Bajó la mano de su rostro y la posó sobre una de sus manos, más tranquilo. Cuando regresó su mirada hacia mí, su sonrisa se borró al instante. Fue un tanto escalofriante.

-Aria: ¿y qué quieres a cambio de que podamos ir en el siguiente barco? –preguntó, con cierto miedo.

Esta vez, sonreí yo.

El Pecado del Alquimista 7 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora