El Pecado del Alquimista 7 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 88

Nathaniel

14 de Septiembre – 1:07 AM

Inazuma – Ciudad de Inazuma – Tenshukaku – Aposentos de Shogun Raiden

Lo sucedido era la prueba innegable de un hecho: era un estorbo para Xiao. Por un momento, creí que disfrutaba de estar conmigo, pero, si había estado tan desesperado como para someterme a semejante ritual (escuché a la sacerdotisa hablar acerca de ello antes de abrir los ojos, cuando creían que dormía), debía estar totalmente equivocado.

En lugar de sanarlo, debía estar haciéndolo sufrir más y pensarlo siquiera me rompía por dentro. Mi alma me seguía en mil pedazos y, pese a ello, seguía gritando su nombre a cada momento.

"Xiao... Xiao... Lo siento", pensaba. "Juro que me quedaré aquí", me determiné, aceptando que él ya no me quería tener a su lado. Si tenía clara una cosa es que yo no quería ser una piedra más en su camino. Yo no quería ser alguien más que lo hiciera sufrir, así que... haría lo que fuese necesario para evitarlo.

Si él quería que estuviera con otra persona, así lo haría.

Sí, el ritual había fallado. Tal vez mi amor por él era demasiado grande como para, sencillamente, ser engañado o... ni la magia podía acaparar todo aquel pecado que gocé cada segundo.

"Cuídate, Xiao", deseé desde la barandilla de aquella terraza, mientras trataba de controlar mi deplorable estado.

***

Ei

14 de Septiembre – 8:07 AM

Inazuma – Ciudad de Inazuma – Tenshukaku – Aposentos de Shogun Raiden

Dormí como nunca antes lo había hecho. Quedé, absolutamente, vulnerable. Si un enemigo me hubiera acechado, ahora estaría muerta, de no ser porque... tenía a un mismísimo dragón descansando en mi misma cama.

No tener que ser "la más fuerte" y que lo fuera alguien más, tenía cierto carácter de relajo. De momento, pese a las nuevas facetas que estaba descubriendo de mí misma y que aún debía procesar, no veía más que ventajas a estar con el dragón.

-Ei: ¿cuánto tiempo llevas despierto? –preguntó, al verlo mirando el techo.

Era una verdadera pena, pero tenía puesto el kimono masculino ligero que le habían dejado ayer. Tal vez había sentido frío durante la noche.

-Nathaniel: sólo unos minutos –sonrió, como un ángel de cuento.

"¿Es normal que siempre se vea tan irresistiblemente bello?", me preguntaba, anonadada por su imagen.

Sentí cómo mis mejillas se calentaban. Debía estar ruborizada, así que, rauda, salí de la cama.

-Ei: ¡quedarse en la cama es de holgazanes! –utilicé como excusa para respaldar mi precipitada actitud.