Jack Frost salió de la tienda de juguetes de la cual no solo era el dueño, sino que también administraba y atendía; ese día era Nochebuena, por lo que estas fechas eran mucho más laboriosas que las del resto del año, pero esta en especial fue mucho peor, ya que un pomposo adinerado hizo una gran orden de juguetes los cuales pasarían a recoger esa noche antes de la media noche; nadie trabajaba tan tarde ese día, pero como el chico era joven y soltero no tenia muchas excusas para no aceptar.
Fue así como, después de entregar esa gran orden, terminó asegundando la puerta para evitar algún robo y comenzó su camino a casa, por suerte tenia la facilidad de moverse por automóvil. Se subió a este sintiendo el frio de la noche decembrina de la Gran Ciudad, pero eso pasaría pronto, solo tenía que conducir unos 20 minutos desde Manhattan hasta el centro de Brooklyn donde lo esperaba su acogedor apartamento y un sabroso burrito de microondas.
Se permitió disfrutar un poco del camino, ya que había muy poca gente esa noche transitando por el puente de Brooklyn, de hecho, solo un par de autos lo habían rebasado desde que entró a este; como sea, se dedicó a manejar mientras que en la radio sonaba una canción de Ramones, Poison Heart. Sus ojos casi se le salieron de sus orbitas al divisar la silueta de una persona de pie a un costado de la orilla en el carril derecho; tuvo que girarse para cerciorarse de lo que vio era cierto y no se trataba de una alucinación, deseó que lo fuera, pero no. Había una chica ahí de pie, viendo al vacío con su cuerpo inclinado sobre la viga de metal.
Miró por su retrovisor para darse cuenta de que afortunada o desafortunadamente no venía nadie más atrás de él, se cambió al carril derecho y frenó en seco para luego bajar del auto no sin antes cerrar la puerta, no iba a provocar un accidente si alguien más pasaba por ahí.
–¡Señorita!– gritó corriendo hacia la mujer quien ya se encontraba parada sobre el barandal y con un pie afuera, amenazando con lanzarse –¡Espere!– gritó con todas las fuerzas que sus pulmones le permitieron.
La chica se giró al escucharlo y el pudo verlo gracias a las luces, sus ojos se abrieron con sorpresa y temor.
–¡No se acerque más!– advirtió precipitándose más sobre el borde.
Jack se detuvo a un par de metros de ella jadeando y deseando que alguien mas viniera para ayudarlo –Por favor– suplicó –No lo haga– dijo con aliento entre cortado.
La rubia platinada guardó silencio mirándolo sorprendida por la petición –¡Usted no me conoce!, ¿Con que derecho me pediría eso?– se inclinó lista para soltarse.
–¡Porque yo también estuve ahí!– confesó.
Esto definitivamente frenó a la chica –¿A que se refiere?– preguntó con voz temblorosa por el frio.
–Hace unos años... yo iba a saltar a las vías del tren– explicó agachando la mirada ante el turbio recuerdo –Pero no lo hice y mira, aquí estoy, las cosas mejoran; solo necesitas ayuda–
–¡Nadie puede ayudarme!– gritó furiosa –¡Estoy sola!–
–¿Q-que hay de su familia?– se aventuró a preguntar con cuidado –¿Sus amigos?, ¿alguna mascota?–
Ella negó con la cabeza –Mis padres murieron y mi hermana me odia, vivimos juntas, pero todos los días es como estar sola...– sollozó –No puedo soportar esto más–
–No tienes que estarlo– Jack relajó los hombros –S-si quieres... yo podría ser tu amigo–
Él peliblanco se animó a dar unos pasos lentos al ver que ella había comenzado a dudar.
–Me llamo Jack, Jack Frost– sonrió con gentileza –¿Y tu?– extendió la mano con lentitud hacia la de ella.
–Elsa, Elsa de Arendelle– dijo finalmente aceptando la ayuda para bajarse.
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Jelsa one-shots
De TodoUn recopilatorio de historias Jelsa que rondan por mi cabeza. Un poco de todo.