Escribí y publiqué esto a la velocidad de la luz, por que?, porque me estoy yendo de viaje por las fiestas navideñas.
Odio la navidad? Si.
Los iba a dejar sin historia navideña? No.
Por eso les dejo este pequeño one-shot y de paso les deseo de una vez una feliz navidad a todos!, ojalá se la pasen bien y en familia. Nos vemos pronto.
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Las pisadas sordas de los pies de Elsa sobre la nieve hicieron eco por las calles vacías de la usualmente ajetreada calle, la cual solo se quedaba vacía en ocasiones especiales como la de hoy.
Esta noche era un 25 de diciembre... Navidad.
La rubia platinada no odiaba la festividad, odiaba estas fechas por la simple y sencilla razón de que estaba sola. Sus padres habían muerto hace años y su hermana ahora vivía en Noruega con su esposo, mientras que ella se tuvo que mudar a Nueva York hace un muy buen tiempo por motivos de trabajo.
–Sí, definitivamente estoy sola– suspiró dejando ver una nube de aliento visible por el frio.
En estos días solía encerrarse en su apartamento a leer o tener maratones de alguna serie olvidándose por completo del regocijo que ocurría en el mundo exterior, pero se maldijo a si misma cuando se dio cuenta de que en su refrigerador ya no había leche, ítem que no puede faltar jamás en su hogar, por lo que se vio obligada a salir y recordar su miseria.
Al doblar la esquina se encontró con el letrero luminoso de la tienda de conveniencia que se encontraba cruzando la calle. Si bien el semáforo estaba en rojo no tuvo que molestarse en esperar su turno para cruzar, ya que ni un solo auto transitaba por ahí.
Empujó la puerta, se limpió los zapatos en el tapete de la entrada y caminó por los pasillos hasta llegar al gran frigorífico y sacar de este un cartón de leche, pero justo antes de cerrar la puerta se dio cuenta de que al lado de la leche había un cartón de ponche de huevo; Elsa pensó por unos segundos tratando de recordar cuando fue la ultima vez que tomó un poco de este, posiblemente sus padres todavía vivieran para ese entonces, así que fue hace muchos años. Contra todas sus reglas tomó uno de estos cartones decidiéndose a rememorar buenos tiempos al llegar a casa con un vaso de esta bebida tradicional navideña, total, deprimida ya estaba.
Teniendo todo lo que necesitaba se dirigió a la caja para pagar.
–¿Eso es todo?– preguntó una voz masculina mientras ella buscaba en su cartera el dinero para pagar.
–Sí– contestó sin ponerle mucha atención.
–Trece dólares con cincuenta centavos– le informó el hombre.
Al levantar la mirada Elsa se encontró con una gran sorpresa, el muchacho tras la caja registradora era nuevo, estaba segura de esto porque no lo había visto aquí antes.
–Aquí esta– le extendió un billete de veinte dólares y el peliblanco lo tomó con una sonrisa amable.
–Así que... ¿te gusta el ponche de huevo en cartón?– preguntó mientras tecleaba en la computadora.
Elsa no supo que responder porque nunca lo había pensado.
–Yo prefiero el de mi madre, ella hace el mejor ponche de huevo del mundo– sonrió mirándola –El secreto es canela y un montón de ron–
Elsa no pudo evitar soltar una risa.
–Tu cambio, seis dólares con cincuenta centavos– sacó los billetes y monedas en cuanto la caja registradora se abrió para dárselos.

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Jelsa one-shots
De TodoUn recopilatorio de historias Jelsa que rondan por mi cabeza. Un poco de todo.