The Guardian

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Fuego

Los ojos de un pequeño niño de diez años reflejaban las llamaradas que comenzaban a expandirse por el palacio. Él se quedó estático con el balde que yacía a sus pies, hacia un rato había estado lleno de avena y frutas con los que había alimentado a los caballos de las princesas.

Su boca se abrió como reflejo involuntario de su cuerpo, no había estado respirando y ahora había jalado una gran bocanada de aire por la boca haciendo que su cerebro volviera a funcionar.

–Elsa– corrió hacia el interior del palacio por la puerta de servicio de la parte trasera.

Corrió sin detenerse un solo minuto atravesando a cocina, los adultos que quedaban ahí lo empujaron tumbándolo al suelo cuando trataban de huir por el lugar por el que llegó.

–¡Jack!– el niño de cabello castaño sintió que alguien mas grande lo ayudaba a levantarse tomando por el brazo, reconoció la voz.

–Kristoff, ¿Qué sucede?– le preguntó al muchacho rubio de su misma edad, pero que se había desarrollado con rapidez en comparación con él, quien era pequeño y delgado.

–La revolución, Jack, vinieron a matarlos... a todos– dijo entre jadeos.

Los ojos de Jack se abrieron –Tengo que ayudar a Elsa– quiso volver a correr, pero su amigo lo detuvo.

–¿Estas loco?, te matarán también– le dijo –Tenemos que salir antes de que logren entrar– a lo lejos Jack escuchaba los sonidos de la muchedumbre tratando de penetrar la fortaleza.

Jack se libró del agarre de Kristoff deshaciéndose de su capa –¡Lo siento, no puedo dejarla!– Kristoff lo persiguió, pero pue jalado por otro grupo de sirvientes que huían desesperados.

–¡Jack!, ¡JACK!– escuchó los gritos de su amigo a lo lejos mientras evitaba a las personas.

–¡Jack, regresa!– reconoció la voz de una de las amigas de su madre quien también intentó frenarlo.

A él no le importó, siguió corriendo hasta llegar a la parte de enfrente del palacio, solo tenia que subir las escaleras principales para llegar a la habitación de Elsa.

Sus ojos se abrieron como platos al ver como las puertas se abrieron de golpe permitiendo que entrara un grupo de sujetos armados. Se escondió tras de unas vigas utilizando las cortinas rojas para cubrirse.

Los observó entrar subiendo las escaleras.

–No– susurró intentando no sollozar.

Apartó la vista cubriendo su boca ahogando los gimoteos sintiendo su cuerpo temblar.

–¡Hey!– pegó un grito al sentir como jalaban sus pies descalzos obligándolo a salir de su escondite –¡Aquí hay alguien!– gritó uno de los hombres con bigote apuntándole con una ballesta.

–¡Es solo un niño, vamos por el rey!– le gritó desde la escalera la única persona que le hizo caso entre todo el bullicio.

El hombre hizo una mueca de desprecio antes de burlarse de él bajando su arma.

Esto hizo a Jack enfurecer. Se dio cuenta de uno de los cristales rotos que estaba cerca de él, era lo suficientemente grande y afilado.

Si lo logró al menos será uno menos con quien el rey tendrá que pelear.

Pensó Jack estirando su mano para tomar el cristal y con un grito digno de un pequeño guerrero se puso de pie brincando sobre el hombre alcanzando a perforarlo en el cuello.

El sujeto cayó hacia atrás, se dio cuenta de lo que acababa de suceder. Miró a Jack antes de levantar su arma y disparar, Jack solo pudo ver la rabia en sus ojos.

Jelsa one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora