Mental Breakdown (p.t. 2)

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Jack Frost

Jack gimió al sentir como lo sacudían –Jack, Jack, despierta– escuchó la voz susurrante de su hermanita.

Él gimió de nuevo, no quería despertar, ayer se había acostado a las seis de la tarde y había dormido todo ese tiempo, saltándose la cena.

–Jack– Emma comenzó a desesperarse y empezó a usar todas sus fuerzas para empujar a su hermano mayor hasta el borde de la cama y caer en el frio y duro suelo de madera.

Él aterrizó con un gemido de dolor.

–¡Que está pasando allá arriba!– Emma puso rostro de terror al escuchar la voz furiosa de su padre.

–¡Se cayó mi silla, lo lamento!– finalmente el peliblanco se había levantado y frotándose los ojos se inventó una excusa.

–¡Más te vale no haber dañado la madera!– gritó el hombre antes de que ambos escucharan el sonido de la puerta principal cerrándose, su padre se había ido al trabajo.

–Jack, has dormido mucho... se hace tarde para la escuela– le dijo Emma todavía sentada en la cama de su hermano.

Jack fingió su mejor sonrisa y le revolvió el cabello a su hermana menos –He tenido mucha tarea, lo siento– mintió poniéndose de pie –No tardaré mucho, ¿Por qué no esperas abajo y te haré el desayuno?– le dijo.

Ella sonrió –¿podrían ser wafles?–

Jack le devolvió la sonrisa –Oh, por supuesto que serán wafles– le aseguró antes de entrar a su baño.

Al entrar miró su reflejo en el espejo, sus ojos estaban hinchados todavía por haber llorado hasta quedarse dormido –Mírate, eres un desastre– abrió el grifo para lavarse la cara con agua fría.

Después de esto abrió la llave de la regadera mirando el agua caer, ¿Cuándo había sido la ultima vez que se había duchado, desde el viernes?, no quería hacerlo ahora, pero necesitaba.

Habiendo terminado su ducha, se vistió y bajó rápidamente para encontrarse a su hermana ya sentada en la mesa –¡No tardo!– le dijo con una sonrisa antes de entrar a la cocina.

Abrió la nevera para sacar la caja de wafles que solo bastaba con meter en el microondas y estarían listos, preparó dos vasos de jugo de naranja dejándolos sobre la mesa y tomó el plato que seria para Emma colocando dos wafles y dibujándole dos sonrisas y cabello a cada uno con la crema batida de la lata, usó un par de arándanos para los ojos y una fresa para la nariz, además de verter maple sobre este.

–El desayuno esta listo y servido, madame– hizo una reverencia al colocar el colorido plato frente a la niña –Sus cubiertos– le dio un tenedor y cuchillo.

Emma sonrió de oreja a oreja con el plato –¡Gracias, Jack!–

–De nada, Señorita Rayo de Sol– volvió a la cocina para tomar el wafle extra que había preparado, no tenia hambre, pero tenia que comer con Emma o ella preguntaría.

–¿Solo comerás uno?– preguntó Emma al ver su plato –Ni siquiera es un Mr. Wafle– dijo refiriéndose al rostro que había dibujado en la comida de ella.

–Bueno, si como muchos wafles me pondré gordo como una pelota y no podré patinar, ¿no crees?– bromeó –De todas formas almorzaré en la escuela– volvió a mentir.

–No creo que te pongas gordo– afirmó la pequeña.

–Basta de hablar, o ahora si llegaremos tarde– le apresuró para que comiera.

Habiendo terminado el desayuno, Jack tomó su mochila y la de Emma, le ayudó a ella a ponérsela.

–Estamos listos, andando– tintineó las llaves en sus manos.

–Adiós, mamá– dijo Emma para luego mirar a Jack –No olvides despedirte de mamá– le dijo con seriedad.

La indeleble sonrisa fingida de Jack decayó por unos instantes ante la petición de su hermanita.

–Tienes que hacerlo, ¿recuerdas?– sus ojos eran firmes.

Jack asintió –Seguro– miró hacia la pared donde estaba el cuadro con la fotografía de su madre –Adiós... mamá– dijo en casi un susurro.

–¡Andando!, ¡nos espera un increíble día!– Emma salió corriendo y brincando de la casa.

–¡Hey, quien llegue al último al auto lava los platos en la noche!– dijo Jack despabilándose y corriendo para alcanzar a su hermana.

.

En la escuela, Jack se encontraba en su primera clase, en el laboratorio de química, el Sr. Robinson era un buen maestro, pero él simplemente no tenia las ganas de prestar atención a nada, su vista estaba fija en su libreta mientras pretendía tomar notas cuando en realidad estaba dibujando tonterías. Cuando escuchó algo que lo sacó de su burbuja.

–Genial...– escuchó susurrar a su compañera de mesa.

Jack miró a su izquierda, la chica rubia, Elsa... ella siempre había sido una compañera bastante callada, no habían cruzado palabras más allá de las clases practicas en donde ella lo salvaba de hacer explotar el salón.

Se inclinó un poco hacia delante para ver la razón de la queja, un bolígrafo perdido.

La miró por el rabillo del ojo y se dio cuenta que la chica parecía que iba a llorar, lo sabia porque su rostro estaba enrojecido, justo como a él le sucedía antes de tener uno de sus arrebatos de llanto.

–Hey– sin pensarlo le extendió el bolígrafo que estaba usando –Puedes usar este– ofreció extrañado consigo mismo por su repentina empatía hacia su compañera de mesa.

Ella lo miró con una sonrisa –Gracias– dijo tomando el bolígrafo antes de volver a escribir y él a pretender que escribía.

Mientras, en su mente, el mismo pensamiento rondaba una y otra vez.

Quisiera morir

Jelsa one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora