Turning Red

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Mi nombre es Elsa de Arendelle y la regla número uno en mi familia es honrar a tus padres. Ellos son los seres supremos que te dieron vida, que sudaron y sacrificaron muchas cosas para poner un techo sobre tu cabeza y comida en tu plato. Lo mínimo que puedes hacer a cambio es hacer absolutamente todo lo que te digan y durante mis quince años de vida es lo que he tratado de hacer, aunque a veces me gustaría no tener que ser perfecta todo el tiempo.

–Elsa– la rubia platinada se giró al escuchar su nombre ser pronunciado por una voz perfectamente familiar.

–Honey– sonrió con ternura al divisar a una de sus mejores amigas acercándose a ella desde la entrada de la escuela.

–Hey, chica, ¿Dónde te metiste ayer?– preguntó abrazándola por los hombros –¿Se te olvidó que iríamos al cine?–

–Lo lamento– sonrió apenada –M-mis padres necesitaban mi ayuda–

Honeymaren fingió una sonrisa –Esta bien, aunque hubiera sido bueno que nos avisaras– fingió molestia colocando sus puños a los costados de su cadera.

Elsa se rio –Lo sé, de verdad lo siento, pero sabes que no tengo teléfono celular–

–Amiga, tus padres son millonarios y te matas estudiando y trabajando para ellos, deberían de comprarte uno–

La rubia negó con la cabeza –Sabes lo que opinan de ese tipo de cosas–

Honey suspiró –Si, lo sé– prefirió cambiar de tema –Vamos, se nos hace tarde para clases– la tomó de la mano para arrastrarla hacia el aula donde fueron recibidas con saludos efusivos de parte de sus otras dos amigas.

–Ya era hora– Saludó Merida con voz monótona.

–¡Hey chicas!– brincó Rapunzel emocionada –¡Oye tú!– le arrebató la silla a alguien que iba a tomar el asiento que siempre usaba Elsa.

Elsa suspiró y rodó los ojos tratando de no reírse a carcajadas –Lo siento– se disculpó con voz chillona con el tipo por la actitud de su amiga antes de sentarse en la silla que le ofrecía Rapunzel.

–Nos dejaste plantadas otra vez– le recordó Merida con brazos cruzados.

–Perdón– solo pudo decir eso antes de que el profesor entrara al aula.

La clase y el resto de la mañana transcurrió con normalidad hasta la hora del almuerzo. Mientras Elsa se dirigía tranquilamente a la mesa cargando su bandeja de comida acompañada de sus amigas estas le hicieron señas para que las siguiera.

–Ven, ven, ven– murmuraron tomándola del antebrazo para llevarla a otra mesa.

–¿Qué?, ¿Qué sucede?– preguntó ella confundida ante la repentina acción.

–Nadie se sentó en esa mesa hoy– dijo Rapunzel apresurándose a tomar el primer lugar.

–Uh, ¿Qué tiene de especial esta mesa?– inquirió sin comprender.

–Esto– Honey tomó el mentón de Elsa girándolo hacia la derecha donde pudo ver la mesa donde se solían sentar los miembros del equipo de hockey.

–Tiene la vista perfecta– dijo Merida mordiendo su manzana mientras miraba fijamente a los integrantes de dicha mesa.

–¿No les parece que Eugene es un adonis?– suspiró Rapunzel desplomando su cabeza contra la superficie de la mesa tratando de contener su emoción.

–Si, claro– Merida se mordió el labio inferior mientras desviaba la mirada del chico musculoso y apuesto hacia la del miembro más escuálido y pequeño, Hipo, sintiendo que estaba comenzando a babear.

Jelsa one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora