Spooky-shot: Trick-or-treating

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Este domingo esta muy aburrido, no me pude resistir a publicar esto antes de mañana. Ya huele a noche de peliculas de terror porque todavia sigue siendo pandemia. Hoy veré El Extraño Mundo de Jack.

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Día 2: Dulce o Truco

Jack Frost amaba el Halloween más de lo que a un joven adulto le gustaría admitir y le avergonzaba incluso más las razones del porqué; cualquier joven promedio respondería a una encuesta que lo que más le gustaba de aquella celebración eran los disfraces sexis que las chicas usaban, pero no Jack, él disfrutaba de la celebración por los dulces. Cuando era niño fue instruido por su madre respecto a la higiene bucal; ella lo acostumbró a cepillarse los dientes todos los días (al despertar, después de cada comida y antes de dormir), además de limitar mucho su consumo de dulces. Solo había una noche al año en la que Jack no tenía que preocuparse por estas rigurosas doctrinas y ese día era Noche de Brujas; es por ello por lo que el muchacho desde que era niño nunca se perdía ni un solo año del famoso Dulce o Truco; y cuando comenzó a crecer y los demás empezaban a cuestionarle porque seguía pidiendo dulces él respondía que su madre lo hacía acompañar a su pequeña hermana, Emma.

Para su desgracia, este año sería la última vez que pediría dulces antes de ir a la universidad, pero se encargaría de que este fuera el mejor Halloween del mundo, no solo por él, sino que también por su hermana. Se puso a trabajar semanas antes para planificar la mejor ruta, él tenía muchos años de experiencia por lo que conocía casi todos barrios y sabía que casas daban las barras de Kit Kat y cuales daban los aburridísimos Candy Corns.

Ese día pasó la tarde terminando de preparar los disfraces que usarían él y su hermana este año, cada vez tenía que ingeniárselas más para pensar en ideas divertidas para su hermana y que fueran sutiles para él, este año decidió que sería lindo hacerlos de Lilo&Stitch. Le confeccionó una falda hula a su hermana junto con una corona de hojas y un top rojo y ella lo amó. Para él, solo tuvo que ordenarse una sudadera del famoso personaje por internet, se puso unos jeans y unos Converse azules y estaba listo. Caminaron por todo el vecindario asegurándose de pasar primero por la casa de los Berkman, los Cartson, los Tuggy y la de la señora Foster, quienes eran los que mejores dulces repartían en el lugar, después pasearon por el resto de las casas, para seguir adentrándose por otros vecindarios hasta llegar al que más dudas les ocasionaba. La gente rica podría llegar a ser muy avariciosa o generosa y uno nunca sabía que les podía tocar.

–Wow, mira eso Jack– señaló la enorme casa blanca –¿Crees que nos den dulces?– preguntó la niña con inocencia.

Jack hizo una mueca –Antes vivía aquí la familia de Fred, pero ellos se mudaron en enero, no conozco a los nuevos dueños– pensó que tal vez no estaban entregando dulces, puesto que los niños no se acercaban al lugar, pero justo antes de decirle a Emma que siguieran, lo vio. Vio una persona asomándose desde la ventana y justo en seguida vio a otra persona uniéndosele, parecían estar hablando entre ellas.

–Vamos, veamos– Jack tomó la mano de su hermanita y le sonrió.

Al llegar, Jack fue quien tocó el timbre y ambos esperaron a que alguien abriera, no tuvieron que esperar mucho a que la puerta se abriera revelando a dos chicas, una de su edad y otra más joven. Ambas estaban disfrazadas, la más joven de vampiresa y la mayor tenía un disfraz de bruja. Él mentiría si dijera que la chica mayor no captó su atención desde el primer segundo, era simplemente majestuosa.

–Dulce o Truco– Emma entendió su bolsa de dulces con una gran sonrisa.

La joven de trenzas y cabellera roja se aclaró la garganta y sonrió –Adelante– dijo con un extraño acento, ofreciéndoles a ambos pasar.

Los dos hermanos se miraron con desconfianza, Jack fue el primero en dar unos pasos adentro, seguido por Emma, adentro, ambos se asombraron con la inmensidad de la mansión y se quedaron aún más atónitos al ver el enorme caldero en el recibidor, lleno hasta el tope de caramelos.

–¡No puede ser!– exclamó Emma llenando su bolsa con los dulces.

–¡Increíble!– Jack la imitó.

–Tomen lo que quieran– habló finalmente la rubia platinada, con el mismo acento.

–¿De dónde son?– preguntó Jack con curiosidad.

–Noruega– respondieron al unísono las hermanas.

–¿De qué parte?– las hermanas se sorprendieron a escuchar a Jack hablarles en su lengua materna –Nuestro abuelo era de Rusia, pero vivió un tiempo en Suecia y Noruega– continuó hablándoles en noruego.

–Somos de Oslo– respondió la mayor –Nos mudamos hace poco–

–Saben, si quieren puedo ayudarles a mover esto afuera, así más niños sabrán que hay dulces aquí– ofreció Jack dándole una mordida a una barra de chocolate.

–¿De verdad?– preguntó la niña de trenzas.

Él asintió y se limpió la mano derecha antes de extenderla –Soy Jack–

–Soy Anna y ella es mi hermana Elsa– saludaron cada una.

–Muy bien, encarguémonos de esto– les sonrió.

Después de ayudar a las hermanas a repartir unos cuantos dulces, luego de que todos los niños se dieron cuenta del botín que había en esa casa, los hermanos Overland se despedían antes de regresar a casa ahora que ya estaban más que satisfechos de golosinas.

–¡Gracias por los dulces!, por cierto, mi hermano no tiene novia, deberías de llamarlo luego, Els...– Jack le cubrió en seguida la boca a la niña.

–Nos vemos luego– rio nervioso despidiéndose.

Emma alcanzó a zafarse del agarre de Jack –Creo que le gustaste– dijo antes de que Jack la tomara en sus hombros y la sacara de inmediato de ahí.

–A ti también te gustó, ¿no?– le preguntó Anna a Elsa.

La rubia se sonrojó –Por supuesto que no– mintió descaradamente antes de entrar a la casa.

Jelsa one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora